Acaba el 2021 y yo me pregunto ¿qué tal fue? ¿aprendimos algo? ¿qué hicimos o dejamos de hacer? ¿qué buenos propósitos tendremos para este nuevo que entra? Entramos en un tiempo de autorreflexión, de examen de conciencia y de introspección. No podemos parar el tiempo porque éste es irrefrenable; detengámonos a pensar que estamos sujetos al ciclo vital de nacer, crecer, desarrollarnos, multiplicarnos, envejecer y morir.
En estos 365 días, puede que hayan habido días gratos, pacíficos, afables, también días afligidos, duros, dolorosos. Pero, ¿qué pasaría si sólo conociéramos la felicidad? Eso nunca lo sabremos. Lo que sí es cierto es que todo deja una huella imborrable que impregna nuestro camino de rosas y espinas. La vida es una continua subida y bajada de emociones. Por ello, pienso que es importante reconocer que la vida tiene sentido y que las actuaciones que abordamos, sí tienen relación con lo que pasa, también lo tiene con lo que subsiste. El vivir es todo una experiencia y hay que aprender de ella. Muchas personas creen que no conseguirán sus metas, dependiendo de las creencias que tienen de sí mismos y otros por los malos hábitos que no terminan de dejar.
Llevamos dos años invadidos por un enemigo de tamaño infinitesimal, pero muy poderoso, haciendo que nos demos cuenta de lo quebradizos y débiles que somos y de lo importante que es la empatía y la solidaridad con los más pobres y débiles, que son los que han sufrido duramente el efecto de la crisis a la que este minúsculo ser nos ha llevado.
Este último año ha sido complicado, difícil y desgarrador, dejando muchos vacíos y ausencias y una economía, para muchos, deplorable. Además de muertos, esta pandemia nos ha dejado un panorama nada alentador. Cuántos cierres de negocios, ventas de casas, personas que circulan afanosas buscando ganar algo para cubrir las necesidades familiares. Dos años que nos ha dejado el virus sin aliento, por tanto, creo que debemos pararnos a pensar para intentar construir un mundo más amable y mejor.
El 2021 ha vuelto a ser otro año de ausencias, sí, pero tenemos por delante otro año que comienza y que requiere de mucho ingenio, pero fundamentalmente de honestidad. Esperemos estar preparados para enfrentar el 2022 con mejores posibilidades y con fuerzas renovadas, con deseos de no dejar pendiente para otro año más, beneficiar a los demás, de liberarnos de todo lo que nos corroe y consume el alma, de producir buenas acciones para quienes nos rodea y que den sentido a nuestra vida.
Deseo que el año 2022 nos descubra y nos halle trabajando en la búsqueda del bien, que sea un buen año, que regrese la salud y la esperanza en un mundo mejor. FELIZ 2022