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Sábado 16/11/2024
 
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sociedad

Alcantarillas con arte, de la basura al mobiliario urbano

Ya se hace con bancos, sumideros, jardineras o papeleras de la mano de la emprendedora Gema Neira Surribas, que hará posible reutilizar 40 kilos de basura

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  • Gema Neira Surribas. -

Basura convertida en mobiliario urbano. Suena a magia, a la utopía de un futuro más sostenible, pero ya se está haciendo en A Coruña con bancos, sumideros, jardineras o papeleras de la mano de la emprendedora Gema Neira Surribas, que este semestre hará posible con su equipo poder reutilizar 40 kilos de basura plástica reciclada para hacer una tapa de alcantarilla, incluso bonita, que soporta 40 toneladas.

Es una revolución verde que quiere transformar residuos en recursos a través del ecodiseño tan solo con la basura que se deposita en el contenedor amarillo -plásticos pequeños, envases de yogures, bolsas o envoltorios médicos-, de manera que los desperdicios que se tiran en una ciudad revierten nuevamente en ella a través del mobiliario urbano que los ciudadanos a su vez utilizan.

Por eso hay ya lista de espera de ayuntamientos de toda Galicia, muy interesados en probar las tapas de alcantarillas que por el momento se fabrican en México por la falta de moldes; en el resto de España han preguntado por este proyecto la Comunidad de Madrid, Valencia o Extremadura, e incluso esta coruñesa está abriendo mercado en Europa.

“Vamos a ser los primeros, todo el mundo quiere probarlos”, asegura Neira (A Coruña, 1973) en una entrevista con Efe antes de este lanzamiento.

Gema Neira trabaja desde hace 20 años en el ámbito del equipamiento urbano, y ha sido tras esta última crisis cuando ha buscado alternativas emprendedoras después de triunfar con sus famosas bolsas Cholitas, implantadas en toda España y reconocidas por la reutilización de materiales marinos y urbanos.

De vuelta a su mundo, el del equipamiento urbano, se encontró con esta gran idea de que “esos elementos urbanos que molestan y son absolutamente necesarios pero enturbian un poco la tranquilidad de la ciudad, se cambiasen, como las tapas de alcantarillas que hacen ruido y no son bonitas. No podía entender por qué no tenían arte”.

Así que de su anterior relación con Rey Procesos de Fundición y con el artista Elías Cochón, que plasma su arte en el rayado de la tapa de alcantarilla, empieza esta aventura bajo la marca “One no wood”, con la que se quiere incidir en que se trata de “una no madera, que a todas las características de este material suma cualidades como mantenimiento cero, no se pudre, tampoco hace ruido como el hierro, es resistente, reciclado y reciclable, pues se puede volver a fundir. Tiene infinitas vidas”.

Este proceso circular empieza por la recogida selectiva urbana de basura -la planta de gestión de residuos de Sogama, en Cerceda (A Coruña), le suministra mediante un convenio 3.000 toneladas de basura al año-, continúa con su traslado a la planta de tratamiento de residuos de Ingaroil en As Somozas (A Coruña), donde se le da forma al producto, y finalmente se envía a Rey Procesos de Fundición, en Vilagarcía de Arousa (Pontevedra), que es el canal de venta.

“Esta tapa de alcantarilla hecha con basura al final es arte, cumple todas las normativas europeas y americanas”, subraya Neira, que indica que se han fabricado dos tipos, la que resiste 40 toneladas y se utiliza en las calles, y la que soporta 90 toneladas para puertos y aeropuertos.

En este camino que está abriendo Gema en España, orientada por el ingeniero Juan Carlos Virues, experto en alcantarillado público y plástico reciclado en América Latina, donde ya se han implantado estas alcantarillas en países como Chile o México, es algo complicado introducir la relevancia del reciclaje, porque “todo lo que sea sello verde, perfecto, pero no hay ganas, no hay esa conciencia”.

Actualmente, Gema Neira está en conversaciones con constructoras y administraciones -"que se premie utilizar materiales reciclados”- para introducir este nuevo mobiliario urbano que, en definitiva, no supone contaminación acústica, es 100 % ecodiseño y tiene un gran impacto en la huella hídrica.

“Estamos ante un elemento único e imprescindible para presumir de ciudades amables y sostenibles. Elementos que además de su función nos dan una lección y mensaje de cómo hay que cuidar el planeta”, resume. 

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