Cada levantá de este Domingo de Ramos estremeció a los cofrades que disfrutaron de una jornada esplendorosa tras mil días sin procesiones y con los martillos silenciados. La emoción, creciente conforme la curva pandémica se doblegaba en las últimas semanas, estuvo a flor de piel desde primera hora de la mañana. Pero alcanzó su clímax a las 13.30 horas, a las puertas de la Parroquia de San José. La pregonera Toñi Martínez recordó a los profesionales sanitarios que han estado en primera línea de batalla contra el Covid antes de que echara a andar La Borriquita por unas calles de Cádiz atestadas de público.
Otra guerra, la desatada en Ucrania a cuenta de la invasión rusa, estuvo presente en el corazón de quienes ayer hicieron posible una jornada histórica.
Ante una y otra fatalidad, Óscar Jiménez, capataz del misterio de la Sagrada Cena, aseguraba a los micrófonos de 7TV que la hermandad salía a reencontrarse con los gaditanos para repartir “paz y salud”. Falta hace.
Hubo emotivas palabras aquí y allá, en cada levantá, para recordar a aquellos cofrades que no están, pero que siguen presentes por el legado de la fe que nos dejaron y, entre todos, Juan Manzorro. En presencia de su viuda, Mónica de Ramón, el homenaje hizo correr las lágrimas y arrancó un cerrado aplauso.
Pero también hubo espacio para la esperanza. El capataz de La Borriquita, nuevamente, aportó una clave fundamental: esta Semana Santa cobra una especial importancia porque permitirá vivir a aquellos niños que, por edad y el confinamiento, primero, y las restricciones después, no habían conocido todavía la mayor expresión popular de devoción posible.
Por lo demás, pese a las mascarillas, las calles recuperaron la práctica normalidad previa a la irrupción del coronavirus en marzo de 2020.
Durante el día, las conversaciones giraron sobre los estrenos de las hermandades, el acompañamiento musical y las marchas que sonaron por primera vez, la preocupación por si el tiempo se tuerce o no hoy y mañana, el levante, el calor a mediodía y el fresco que se levantó por la noche, los críos pidiendo cera y manzanas de caramelo, las miradas expectantes y el bullicio.