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Sevilla

Manuel Escribano salda con una sola oreja su gesto ante una tediosa "miurada"

El diestro sevillano Manuel Escribano saldó con la última de las 29 orejas del abono su pretendido "gesto" en solitario frente a seis mansos miuras

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El diestro sevillano Manuel Escribano saldó con la última de las 29 orejas concedidas en el abono su pretendido "gesto" en solitario frente a seis mansos y flacos toros de Miura que ofrecieron un tedioso espectáculo, en el festejo que cerró hoy la feria de Abril de Sevilla.

Hasta que salió el quinto "miura", del que Escribano paseó esa solitaria oreja de consolación, habían trascurrido ya más de dos horas de dilatadas, plúmbeas y opacas lidias, en las que apenas hubo motivo para el aplauso.

El torero que hoy hizo el paseíllo en solitario por delante de las cuadrillas había sido obligado a saludar antes de que sonara el clarín en reconocimiento del que siempre se supone uno de los más gallardos gestos que pueden hacerse sobre un ruedo, como es el de matar, uno tras otro, seis ejemplares del legendario y temido hierro de Miura, algo que solo han realizado contados profesionales.

Pero a medida que iban saliendo por el ancho portón de chiqueros, los toros de la divisa verde y grana mostraban un absoluto vacío de raza, defendiénse a secos cabezazos, sin emplearse ni mínimamente a los capotes de matador y banderilleros, para acabar absolutamente negados en el último tercio.

Escribano resolvió con dignidad la triste papeleta, saludando a tres de ellos a portagayola, banderilleando a los seis con dispar acierto y ajuste -en el tercero y en el quinto invitó a compartir tercio a dos de sus subalternos- y sin sacar en claro más que unas cuantas coladas con la muleta en la mano, ante de matarlos de manera defectuosa.

Pero con ese quinto, flacón y agalgado, cambió un tanto la decoración, pues el de Miura, aun sin clase alguna, al menos se movió algo tras los engaños, lo que aprovechó Escribano para hacerle una faena animosa y de creciente confianza en sí mismo que desató en el tendido, deseosa la gente de aplaudir, la petición de dos orejas a todas luces excesivas tras el innoble bajonazo con que la remató.

Se mantuvo en su sitio, y con buen criterio, el presidente concediendo solo una, antes de que el sexto, un toro de 609 kilos de gran alzada y eslora, tras esas casi tres horas de corrida, volviera a sumir la despedida de una feria tan agitada en la más profunda de las grisuras.

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FICHA DEL FESTEJO:

Seis toros de Miura, muy desiguales de volumen y encornaduras, una auténtica "escalera" que, además lucieron muy escaso juego. Corrida de pésimo juego, por su falta de raza y de fuerzas, con la mayoría de los toros desfondado y defendiéndose con secos cabezazos.    Manuel Escribano, de blanco y oro con bordados de claveles, como único espada: estocada trasera (ovación); estocada caída muy trasera (ovación); estocada desprendida (silencio); dos pinchazos, mestisaca bajo y estocada baja trasera (silencio tras aviso); bajonazo (oreja con petición de la segunda); y pinchazo hondo trasero y descabello (silencio tras aviso).

Entre las cuadrillas, destacó picando al sexto Manuel Quinta.

Decimo cuarta y última corrida de abono de la feria de Abril, con más de tres cuartos del aforo cubierto (unos 10.000 espectadores), en tarde de calor.

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