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Miércoles 27/11/2024
 
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Cotillas

Flavio Briatore indigna a Nápoles con sus pizzas caras

¿Se puede comer una buena pizza en Italia por poco dinero? El empresario se ha enfrentado a los horneros tradicionales al cuestionar la calidad de sus platos

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  • Flavio Briatore. -
  • El magnate ha atacado sin rodeos a los pizzeros que criticaban los altos precios de sus restaurantes

¿Se puede comer una buena pizza en Italia por poco dinero? El empresario Flavio Briatore se ha enfrentado a los horneros tradicionales al cuestionar la calidad de sus platos y defender las que él ofrece en sus restaurantes de lujo, mucho más caras. Aunque en Nápoles (sur), cuna de este manjar adorado en todo el mundo, lo tienen claro: la pizza es del pueblo.
Sois unos envidiosos, os adoro porque me hacéis una publicidad buenísima. Yo soy un genio y vosotros no, esa es la diferencia
El magnate ha atacado sin rodeos a los pizzeros que criticaban los altos precios de sus restaurantes: "Sois unos envidiosos, os adoro porque me hacéis una publicidad buenísima. Yo soy un genio y vosotros no, esa es la diferencia", se despachó en sus redes.

En el centro de la polémica está su cadena Crazy Pizza, locales de lujo en los que la pizza está lejos de ser ese manjar barato, popular, que representa a la cocina italiana en todo el mundo.

Por ejemplo, la clásica Margherita, que con su tomate, mozzarella y hojas de basílico dibuja sobre la mesa la bandera del "Bel Paese", suele costar 5, como mucho 8 euros, en cualquier local autóctono, pero Briatore la vende en su cadena de restaurantes por 15.

El menú sigue esa línea: una pizza con jamón cocido se paga a 29 euros, otra con trufa a 49, la rústica con pimiento, berenjena y calabacín cuesta 22 y la de jamón Pata Negra, al parecer la joya de la corona, alcanza la friolera de 65 euros.

"Hablamos de un producto que pueden comer jóvenes, obreros, parados, es popular, no un lujo. Una pizza buena puede costar 7 u 8 euros. Con 60 euros come una familia", explica a Efe Gino Sorbillo, dueño del histórico restaurante napolitano que lleva su apellido.

Son sin duda precios que rechinan en el oído de cualquier italiano y que han indignado a los "pizzaioli" de la capital de este manjar, Nápoles (sur), cuyo arte culinario fue reconocido en 2017 como Patriminio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.

Briatore ha querido responder a la controversia que suscitan su abultadas cartas alegando que en sus restaurantes "parten de un razonamiento muy simple: incluir en la pizza los mejores ingredientes imaginables que se encuentran en el mercado".

Pero no se ha limitado a defender su marca, sino que ha arremetido contra los pizzeros de toda la vida: "Te dan un ladrillo de pan con un charco de tomate en el medio... Yo preguntaría a estos muchachos que explicaran cómo logran vender una pizza a 4 o 5 euros", planteó.

Se refiere el empresario a la clásica apariencia de la pizza napolitana: circular pero irregular, de un diámetro que no exceda los 35 centímetros y delimitada por un borde grueso de masa que contiene sus ingredientes, el conocido como "cornicione" (marco).

"¿Qué meten dentro de la pizza estos señores? Partiendo de la base de que pagan las materias primas, los impuestos, sueldos, alquileres, el gas y la luz... O vendes 50.000 pizzas al día o es imposible. Hay algo que no comprendo", arremetió Briatore.

"En Italia cuando tienes éxito encuentras siempre rabia, no piensan que cuanto más triunfas, más impuestos pagas y más empleo creas (...) Si eres exitoso les toca los cojones porque Italia es un país rencoroso, celoso y lleno de envidiosos", atacó.

En Nápoles, altar pizzero, sus palabras no han sentado bien y los cocineros más emblemáticos insisten en que una buena pizza puede también ser barata, tal es así que sirvió de sustento incluso en los famélicos años de la Segunda Guerra Mundial.

"Sus declaraciones son banales, no se puede pretender abrir un nuevo local atacando a la historia de la pizza. Es como si abres una tienda de ropa y te metes con los costureros centenarios", lamenta Sorbillo.

Pero en la capital del Vesubio, "aunque todos se han enfadado", los pizzeros han respondido con su clásica ironía y socarronería, invitando al millonario a visitarles y sentarse a la mesa con ellos.

Como respuesta, el restaurante de Sorbillo, cabeza de un emporio más allá de las fronteras italianas, ha vendido estos días su pizza Margherita a 4 euros y organizó una conferencia para hablar de este producto "súpereconómico, sano y genuino".

El presidente de la Asociación Verace Pizza (AVPN), Antonio Pace, criticó a Briatore por obviar que la verdadera pizza napolitana sigue "reglas precisas establecidas en una disciplina culinaria, en los ingredientes, en los tiempos, dimensiones y en su preparación".

Y, a modo de desafío, invitó al que fuera director deportivo de F1 a participar en las próximas Olimpiadas de la Pizza para abordar "un debate sereno y amistoso" sobre este plato amado en todo el mundo.

"Si así lo desea puede traer a uno de sus pizzeros para un buen reto preparando buenas pizzas, nosotros no tenemos ningún problema y estamos seguros de que nos divertiremos", ironizó Pace. 

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