Nos hemos puesto la mascarilla higiénica porque entramos en un centro sanitario; sí, esa mascarilla de la que nos olvidamos cada vez más en esta llamada Nueva Normalidad, pero la sede de la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer de Arcos es eso, un centro sanitario. AFA, con 108 socios y 21 usuarios, es más que un centro de atención a personas afectadas de Alzheimer, porque su labor va más allá de las terapias, para centrarse también en el apoyo a las familias.
El próximo 21 de septiembre se conmemora el Día Internacional del Alzheimer, ocasión por tanto más que justificada para acercarnos a la realidad de una asociación que viene desempeñando un papel esencial en la sociedad arcense. Pese a ello, todavía no goza de la certificación como Centro de Día, cuando en realidad lo único que necesita a este respecto es la adecuación de un comedor que prolongue la estancia de los usuarios en las instalaciones y, al tiempo, descargue de trabajo a las familias. Eso como primer objetivo, aunque, ya se sabe, en este tipo de atenciones siempre hay y surgen nuevas necesidades, como también un vehículo adaptado para el traslado de los usuarios al centro, dado que la furgoneta adquirida hace unos años no cumple esta función.
La vicepresidenta de AFA Arcos, Ana Temblador, es una veterana de la asociación que nos atiende amable y cordialmente una vez más; en esta ocasión, para explicarnos algunas de las actividades que van a desarrollar estos días de forma especial,
La asociación, como todas prácticamente, ha acusado los dos primeros años de la pandemia del COVID con un cese de su programación habitual, pero ahora, con las pilas cargadas, vuelve a la carga para sensibilizar y visibilizar la causa de los enfermos de Alzheimer. Por lo pronto, del 19 al 23 de este mes se celebrarán las jornadas de puertas abiertas para que la población “vea con sus propios ojos las actividades que hacen los usuarios y lo bien que están en este centro”. Ana Temblador se refiere a las actividades, sobre todo de artesanía, arteterapia, fichas, lectura y otros talleres -se imparten de lunes a viernes, de 10.00 a 13.30 horas- para ayudar a que la pérdida de memoria sea lo más tenue posible o para mantener, si cabe, las capacidades cognitivas y físicas que se conserven. Como botón de muestra, estos días el público y los familiares que visiten el centro, que forma parte a su vez del Centro de Participación Activa San Miguel, podrán observar una pequeña pero original muestra de artesanía, donde abundan los abanicos y otros objetos decorativos a la venta, así como una enorme galería fotográfica con imágenes de usuarios, trabajadores y familiares. También los usuarios han podido disfrutar de una modesta actuación de baile por sevillanas que vino a recordarles que la Feria de San Miguel está a la vuelta de la esquina.
Pero tanta actividad es solo el pretexto para explicar que la verdadera razón de ser de AFA es la concienciación social y la importancia de establecer un diagnóstico precoz que garantice una mejor atención a los enfermos de Alzheimer y una mayor calidad de vida a estas personas.
La psicóloga Fini Oviedo nos recuerda que el Alzheimer puede contraerse veinte años antes de dar la cara como enfermedad. Los síntomas, ya se sabe, suelen ser la pérdida de memoria, la irritación cuando sentimos que algo no funciona en nuestro interior, que no discernimos entre lo real y lo imaginario...
Informar sobre la enfermedad, incluso suministrar pruebas diagnósticas por un médico de Atención Primaria, serán algunos objetivos de las jornadas de puertas abiertas, aunque también este mismo viernes 16 de septiembre la asociación montará un stand informativo en el mercadillo (Barato) que se ubicará excepcionalmente en el Barrio Bajo.
Dentro del trabajo con las familias, AFA también mantiene sesiones de apoyo psicológico que enriquecen la labor con los usuarios. Aunque la asociación cuenta con una importante bolsa de voluntarios, no estaría de más que los socios se implicaran, si cabe, un poco más, porque -insisten- las necesidades aumentan por día. El centro, no obstante, se abre a las prácticas de personas que estudien o trabajen en el ámbito de la atención sanitaria; una forma de colaborar que al mismo tiempo ofrece unas valiosas horas de prácticas -comenta la trabajadora social Inés Orellana-.
Sólo falta, que no es poco, que desde estas líneas reivindiquemos lo que es justo: más atención de las instituciones a este tipo de servicios que tanto bien hacen a la sociedad.