Según fuentes oficiales, ya han sido atendidos en los hospitales más de un centenar de heridos, hay al menos una docena de desaparecidos, según denuncias de sus familiares, y los servicios de socorro no han podido acceder todavía a poblaciones aisladas por el corte de las carreteras y las líneas de teléfono.
Las fuertes lluvias obligaron a desalojar dos centros comerciales y varias zonas de la parte baja de la ciudad, de cien mil habitantes.
En sus barrios periféricos hubo personas arrastradas por las aguas y otras sepultadas al derrumbarse los techos de sus casas o quedar atrapadas en deslizamientos de tierra.
Un padre contó afligido por televisión cómo una incontenible riada se había llevado de su casa a un hijo de cinco años, cuyo cuerpo había podido rescatar, y a su mujer, que aún no había aparecido.
Fuentes de los servicios de protección civil y de las autoridades locales dijeron a EFE que siguen los trabajos de rescate y el recuento de las víctimas, que tanto el Gobierno central como el regional mantienen hasta ahora en 32.
Pero los servicios de protección civil buscan aún en el lodo y los automóviles destrozados por las riadas otras posibles víctimas, que también podrían aparecer cuando haya informes completos de las localidades del interior de la isla.
De geografía muy accidentada y con un total de 250.000 habitantes, que supone casi toda la población de las cinco islas del archipiélago, Madeira ha visto cómo en 12 horas de lluvias torrenciales carreteras, puentes y urbanizaciones enteras eran barridas por la fuerza de las aguas.
La intensidad de las lluvias, las peores en 40 años, desbordaron a los servicios de bomberos y protección civil, que al final de la tarde recibieron ya el apoyo de fuerzas militares y refuerzos enviados desde el continente.