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Notas de un lector

Doble deseo

Una renovada oportunidad de disfrutar de una las autoras más arrebatadoras de la literatura universal

Publicado: 10/01/2023 ·
13:30
· Actualizado: 10/01/2023 · 13:30
Autor

Jorge de Arco

Escritor, profesor universitario y crítico. Académico de la Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras

Notas de un lector

En el espacio 'Notas de un lector', Jorge de Arco hace reseñas sobre novedades poéticas y narrativas

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En 1990 vio la luz en Hiperión, “Safo. Poemas y fragmentos”, en versión bilingüe y traducción al castellano de Juan Manuel Rodríguez Tobal. En estas tres décadas, han sido varias las reediciones de este mismo volumen, al que ahora se suma una más. Esta vez, ampliada y revisada, tal y como afirma en su nota previa el propio Rodríguez Tobal, gracias a los nuevos hallazgos de papiros en los últimos años:“Se incorporan así algunos poemas y fragmentos que nos eran desconocidos y se completan de otro modo otros poemas. El lector que yo era entonces no consideró en su día algunos que el lector que soy ahora sí ha considerado”.

Al cabo, una renovada oportunidad de disfrutar de una las autoras más arrebatadoras de la literatura universal.Safo (Isla de Lesbos, siglo VII a. C.) llegó a completar nueve libros de poesía lírica y uno de elegías, si bien, de los 12.000 versos que componían su corpus lírico se conservan 149 fragmentos, muchos de ellos ilegibles.

No existen apenas datos biográficos de la poeta helena. Tal ausencia de información ha llevado a considerarla “desde la antigüedad clásica una figura mítica (…) y verse sometida al vapuleo de las más variopintas moralidades”. De ahí, tal vez, que algunos de sus versos, también le sirvan como defensa y desahogo: “Cuando la ira se esparce por el pecho/ hay que frenar la lengua charlatana”.

Sí es sabido que alentó y dirigió un círculo literario llamado La Casa de las servidoras de las Musas, formado por chicas jóvenes pertenecientes a la aristocracia de la isla. Al par de las tareas domésticas que allí podían aprenderse, se alentaba la educación en la lírica y en la representación artística. Las supuestas relaciones eróticas con sus discípulas llevaron a Safo a ser objeto de infinitos rumores -siempre morbosos- alentados por la imaginación popular. Tal leyenda ha acompañado su vida y su decir a lo largo de los siglos. Del mismo modo, el mito de que se suicidó desde la roca del Léucade por el amor no correspondido de Faón, sigue latente, y así fue representada por distintos y distinguidos pintores europeos del siglo XIX.

Sin duda que Safo fue una figura tan admirada como controvertida: “Dicen unos que nueve son las Musas. Qué negligencia. Que sepan que la décima es Safo la de Lesbos”, escribió Platón. Por otra parte, Pólux recordaba que “los mitilenios acuñaron moneda con la efigie de Safo”, mientras Taciano la consideraba“una mujerzuela ninfómana y prostituida que canta su propia lujuria”. Claro que la autora griega supo defender su identidad y su íntimo territorio con la contundencia de su discurso y el rigor de su quehacer: “Que vientos y dolores arrastren/ a quien me critica”. Su voz poderosa y sugestiva, además de la vigencia de su decir, se mantienen intactos, así como la perdurabilidad de su palabra. La misma que nos remite, una vez y otra, a comprender el significado de su figura y su obra dentro del mundo clásico.

“Me estremece de nuevo desatador,/ dulceamargo reptil invencible, Amor”. Bienamados son y serán estos versos sáficos, ayer y mañana de una escritura intensa, sabia y bienaventurada: “Que puedo hacer, no lo sé, mis deseos son dobles”.

 

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