Estos datos los facilitó ayer Antonio María de Ávila, director ejecutivo de la Federación de Gremios de Editores de España, en una sesión del seminario La digitalización del material cultural. Bibliotecas Digitales y Derechos de Autor, que se celebra en la Biblioteca Nacional.
Los editores y la Biblioteca Nacional pusieron en marcha este proyecto, una de cuyas finalidades es hacer más visible el catálogo de los diferentes sellos españoles, en junio de 2009 y, seis meses más tarde, había ya 1.300 obras disponibles en la BDH.
Si a la primera convocatoria se sumaron 90 editoriales, a la segunda, abierta en enero de 2010, se presentaron otros 120 editores, que, junto con los primeros, representan “el núcleo selector de la edición española”, según dijo De Ávila.
En su opinión, el proyecto Enclave, que cuenta con una financiación de 622.000 euros, demuestra que “es posible y necesaria” la colaboración entre bibliotecas y la industria cultural y también que, en contra de lo que suele decirse, los editores “no son unos reaccionarios que se oponen a las nuevas tecnologías”.
La conclusión para Antonio María de Ávila es clara: que cuando hay proyectos razonables y bien documentados, “el mundo editorial responde masivamente”.
Lo cierto es que no se venden muchos libros a través de Enclave (el que más, 38 ejemplares), y eso demuestra que todavía hay “poca demanda” de libros electrónicos, según De Ávila.
También es curioso conocer el ránking de obras más consultadas a través de Enclave, porque, según datos facilitados a Efe, la que se lleva la palma es El espíritu emprendedor de los vascos, de Alfonso de Otazu y José Ramón Díaz de Durana, editada por Sílex.
La segunda más demandada sería 50 años de turismo español, una obra colectiva editada por el Centro de Estudios Ramón Areces, y la tercera, ¡Viva la cultura! en España, de Amalia Balea y Pilar Ramos, publicada por Enclave.
La directora de la Biblioteca Nacional de España, Milagros del Corral, reconoció que, frente a la Biblioteca Nacional de Francia, que cuenta con 750 millones de euros para digitalizar sus obras, según había dicho minutos antes el presidente de esta institución, Bruno Racine, pueden parecer poco los diez millones que ha aportado Telefónica para emprender el mismo proceso en la BNE.