Ayer a tres días de las elecciones, que se celebrarán el jueves 6 de mayo, los líderes de los tres principales partidos hacen esfuerzos para arrancar los últimos votos de los electores indecisos, en una de las campañas más reñidas de la historia del Reino Unido.
Los sondeos más recientes, publicados ayer por The Guardian y The Sun, atribuyen a los conservadores un 33 y un 34% de los votos respectivamente, frente al 28 y 29% de los liberal demócratas y el 28% en ambos casos de los laboristas.
La ventaja atribuida a los tories en la intención de voto no les daría, sin embargo, una mayoría absoluta de escaños en la Cámara de los Comunes –necesitarían 326, de 209 que tienen ahora–, con lo que, de llegar a gobernar, tendrían que hacerlo en coalición o buscando acuerdos puntuales.
El sistema electoral británico no es de representación proporcional, sino que gana el escaño correspondiente a cada circunscripción el candidato de cualquier partido con más votos, de modo que el resto de los sufragios en esa demarcación “se pierden”.