La exposición ocupa tres salas de la última planta del centro de arte y en ella se podrán ver, aunque sin un orden cronológico determinado, los cuadros más relevantes de los tres géneros que cultivó: el costumbrismo, los retratos y los paisajes, tanto los selváticos que nacían de su imaginación como los de las afueras de París.
Rousseau, quien no consiguió ganarse la vida con la pintura hasta casi el final de su existencia, redefinió el espacio pictórico de una forma que no se conocía hasta entonces, explicó ayer la comisaria de esta muestra y conservadora de las Colecciones de la Fundación Solomon Guggenheim de Nueva York, Susan Davison, al presentar la exposición.
La falta de formación pictórica, explicó la comisaria, hizo que el pintor desarrollase una obra fundamentalmente plana, carente de perspectiva y movimiento, y con composiciones no siempre proporcionadas, lo que da a sus retratos y paisajes un cierto aire infantil y naif.
Para solucionar estas carencias, Rousseau, que no se dedicó de pleno a la pintura hasta su prematura jubilación en 1893, a los 49 años, creó un personal estilo pictórico basado en la segmentación de los planos en que presentaba sus composiciones, que, posteriormente, fue adoptado por artistas europeos de la corriente cubista.
Rousseau, indicó la comisaria, comenzó a ordenar los elementos del lienzo desde el fondo hacia el primer plano, método que adoptarían posteriormente los cubistas, en una técnica acumulativa que anticipó, seguramente sin él proponérselo, la autonomía del plano sobre la composición global tan característica del arte moderno.