Y de repente hablaron las urnas.
Se abrieron primero para recibir la decisión de la gente, de mucha gente, nada menos que de un 70% del censo. Y después hablaron.
Esas encuestas manipuladas al servicio de la derecha, esos todólogos en las televisiones, los opinadores profesionales, el partido de derecha extrema y el de extrema derecha y sus terminales mediáticas… todos ellos trabajaron con denuedo para crear una certeza: la derecha iba a arrasar y ya no había nada que hacer. No había nada que hacer sobre todo para la gente de izquierdas, que mejor nos quedábamos en casa en vez de ir a votar.
Pero de repente hablaron las urnas. Y todas las falsedades y mentiras quedaron desnudas como lo que eran: una inmensa campaña putrefacta llena de crispación y de odio.
Hablaron las urnas. Y fueron la voz de esa España Frankenstein que es nuestro país plural y diverso. Un país que no quiere que gobierne la derecha externa y la extrema derecha para derogar todos los avances que durante estos años se han conseguido. Ellos hablan de “derogar el sanchismo”, pero de los que se trata es derogar los derechos sociales y laborales, los derechos de las mujeres; para retroceder en la protección del planeta y negar de forma suicida el cambio climático; para restringir las libertades; para llevarnos a la España en blanco y negro…
El PSOE ha conseguido resistir incrementando sus votos y escaños. Y SUMAR, pese al inicio lastrado por enfrentamientos lamentables, ha obtenido unos excelentes resultados. Y eso que ha sido una campaña exprés con pocos recursos, una sigla nueva que la gente no conocía y se ha sufrido la presión del voto útil al PSOE.
Esos resultados de SUMAR son mas destacables si se tiene en cuenta que partíamos de la debacle del 28 de mayo, con sólo un millón de votos de UP (ahora se han superado los tres millones). Y han sido posible porque -pese a lo complejo que fue- se ha conseguido una unidad a la izquierda que no tiene precedentes. Y porque se han incorporado una miríada de gente voluntaria y altruista en todo el país que no han sido sólo ni fundamentalmente de los partidos que forman la coalición.
Con todas las complejidades y las dificultades, se abre ahora una ventana en la que puede reeditarse el gobierno de coalición para seguir trabajando para la gente y no para los grandes intereses económicos, políticos o mediáticos.
Miles de voluntarios y voluntarias que hemos conseguido que se ponga freno a la derecha y levantado un movimiento que puede y debe permanecer unido para seguir avanzando en los derechos y el buen vivir de las personas, más allá de lo que el PSOE a veces es capaz de llegar.
