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Actores y directores despiden a Manuel Alexandre en Madrid

Frente al pesar por la pérdida de uno de sus compañeros más queridos, los actores y directores que se acercaron a la capilla ardiente de Manuel Alexandre describieron al fallecido actor como una persona que supo vivir feliz sus 92 años de vida.

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Frente al pesar por la pérdida de uno de sus compañeros más queridos, los actores y directores que se acercaron a la capilla ardiente de Manuel Alexandre describieron al fallecido actor como una persona que supo vivir feliz sus 92 años de vida.

“Feliz naciste y feliz te hiciste, tú solo”, escribió Emma Cohen en la carta que sirvió para cerrar, a las cinco de la tarde, la capilla ardiente instalada en el Teatro Español de Madrid, por la que pasaron a despedirse del “secundario de oro” de la cinematografía española algunos de los nombres más importantes del cine y el teatro.
Álex de la Iglesia, Marisa Paredes, Juan Diego, José Luis García Sánchez, la Ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, o su gran amigo, Álvaro de Luna -quien sólo pudo decir entre lágrimas: “Era un maestro, un amigo, yo qué sé...”- fueron algunos de los que no quisieron dejar de dar el último adiós al intérprete madrileño.

Cohen, amiga y viuda de otro de sus célebres amigos, Fernando Fernán-Gómez, lo describió como un hombre “con huesos de nácar y alma de cristal”, y como “un raro magnífico” al que hoy lloraban y admiraban a partes iguales por una vida tan ejemplar como esa carrera que, desde “Bienvenido a Mr. Mashall” en 1953 hasta “Campamento Flipy” en 2010, nunca se interrumpió.

“Hubo una época en la que tuve la manía de querer jubilarme y retirarme en mi casa a ver la televisión”, explicó Concha Velasco. “Y él me decía: '¿Cómo puedes dejar una profesión tan hermosa?”. Y esa misma dedicación para la actuación fue la que utilizó para esa vida, recalcó la actriz.

“Para saber vivir hay que ser un genio y él supo vivir y muy bien”, decía De la Iglesia, que quiso contar con él para su “Balada triste de trompeta” y para quien Alexandre era “una de las patas fundamentales de ese cine español que me ha hecho ser director de cine y presidente de la Academia”.

Asunción Balaguer, viuda de Paco Rabal y una de las pocas supervivientes de esa generación, se mostró feliz porque Manuel Alexandre se ha reunido con todos esos intérpretes crecidos durante la posguerra española.
“Todos estarán haciendo una fiesta”, dijo. “Somos de una generación que se ha divertido mucho y muy sanamente”.

Por su parte, Carlos Iglesias, que rodó con Alexandre El caballero Don Quijote, de Manuel Gutiérrez Aragón, aseguró: “He venido a felicitarle por la vida tan larga y tan maravillosa que tuvo en todos los sentidos”.

“Era imposible que en todo lugar en el que estuviera Manuel no fuera una fiesta”, decía Juan Diego. Y Cayetana Guillén Cuervo le dedicó, emocionada, quizá el mayor piropo: “La imagen que tiene el público de Manuel Alexandre”, adorado y visto siempre como un hombre bondadoso, “es fiel a la realidad”. “Era lo que se dice un señor”, remachó Marisa Paredes.

Por último, José Luis García Sánchez, quien aseguró que quería contar con Alexandre para su próxima película, Los muertos no se tocan, nene, basada en la novela de Rafael Azcona, concluyó que “hasta morirse lo hizo bien”.
Desde el espectro político, Ángeles González-Sinde aseguró: “Si alguien podía pensar que 'secundario' era sinónimo de menos importante, él negaba esa distinción”, y se confesó “contenta” porque hace poco más de un año el fallecido actor recibiese la Orden Civil de Alfonso X El Sabio de manos del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.

UNA PERSONA MUY FELIZ

Mientras, el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón -el primero en llegar a la capilla ardiente-, le consideró “una de las personas que más felices ha hecho a los madrileños” y aseguró que una calle o un espacio público de la ciudad llevará su nombre.

Finalmente, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, también definió a Alexandre como “un disfrutón” y, “a título personal, uno de los mejores”.

Los restos mortales de Manuel Alexandre, que también recibió el Goya de Honor, el premio de interpretación en Gijón o el Premio Cultura, abandonaron el Teatro Español tras una sentida ovación y en dirección del cementerio de la Almudena.

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