“Queremos un producto de máxima calidad pagando cada vez menos por ello”, dijo el filósofo en la presentación de “Amo, luego existo”, obra que obtuvo el pasado mes de septiembre el Premio Espasa de Ensayo 2010.
Para Manuel Cruz, a diferencia de otras épocas, en la actual los amantes son seres “disfuncionales” al sistema, “que rechinan” en la sociedad: “el enamorado tiene suficiente con su amor”.
En su opinión, la lógica del discurso amoroso en la sociedad actual está llena de contradicciones, porque a la vez que se ha idealizado el prototipo de pareja ideal, “a la que se exige que sean buenos compañeros, interlocutores, amigos y amantes excepcionales”, cada vez el tipo de inversión afectiva y personal que se está dispuesto a realizar es menor.
Esa contradicción lleva, según el autor de Amo, luego existo al origen “de esta especie de sensación de frustración permanente”, aunque reconoce que, por otro lado, es verdad que el tipo de satisfacción profunda que proporciona el amor “no parece que haya encontrado ningún sustituto”.
“Si se hubiera impuesto por completo la lógica del consumismo o la mercantilización, amar sería un mal negocio, pero la gente sigue apostando por ese sentimiento”, según Cruz, para quien eso representa “que algo importante está ahí en juego”.
Pero también analiza relaciones “extrañas”, como la que mantuvieron el dramaturgo francés Jean Paul Sartre y la novelista Simone de Beauvoir, o pasionales y tormentosas, como la de Abelardo y Eloísa, quien acabó muriendo en un convento después de escribir sus Cartas a Abelardo.
Para explicar la evolución del sentimiento amoroso, Manuel Cruz se ha ido hasta Sócrates, quien se preguntaba si “hay alguien con quien hables menos que con tu mujer”.
“Qué lejos queda eso hoy en una relación de pareja, dónde cualquier psicólogo lo primero que pregunta es si hay comunicación en la pareja”, indicó.