“Nos ha hecho más ilusión por el equipo y por las personas que están a nuestro lado que por nosotros mismos. No cambia nada, vamos a seguir como hasta ahora, haciendo las cosas con mucha ilusión y mejorando día a día”, explica Javier.
La barra del Dos Cielos permite ver en primer plano el ajetreo de la cocina abierta del local. Un lugar que, por cierto, no toma su nombre del hecho de que los chef sean dos gemelos cocinando en una planta altísima, sino de la forma en que los llamaba su abuela: “Mis dos cielos”
Y es que, aunque se hayan formado con maestros como Pedro Subijana, Alain Ducasse o Philippe Rochat, no se puede hablar de los Torres sin hacer referencia a su abuela Catalina, que desde Andalucía llegó a Barcelona para cuidar de sus nietos mientras los padres trabajaban.
¿Qué queda hoy en el Dos cielos de la cocina de la abuela Catalina?. “Todo”, replica rotundo su nieto.
En cuanto a próximos proyectos, “hay un mundo”, entre ellos uno enorme y de altos vuelos que se conocerá de forma inminente, aunque aún no es posible desvelarlo por exigencias del guión.
También hay sueños: “Sergio y yo no somos uno, somos dos, son dos cabezas que van a tope”, ríe Javier mientras confiesa que uno de ellos es abrir restaurante en Nueva York.