Julián Serrano trabaja como comercial en Madrid. Malagueño de nacimiento, vino el pasado 2 de mayo a la Costa del Sol para pasar el puente en su tierra. Vino con su bicicleta, la cual guardaba en una funda que cumplía tanto con la normativa de Iryo (empresa con la que viajaba) como con la del Ministerio de Transportes.
Me repitieron con mucha insistencia que yo era un pasajero conflictivo; le dijeron a mi pareja que a partir de ahora iba a tener muy complicado poder viajar con IryoEl lunes 6 de mayo tenían, él y su pareja, el billete de regreso a la capital. Lo que no esperaba es que esa bicicleta enfundada, la cual metió en el tren sin ningún problema cuando salió de Atocha días antes, iba a desencadenar un conflicto que ya ha cogido tintes nacionales.
"Soy el pasajero que iba en el @iryo_eu Málaga-Madrid, 18:45h. Tras de pasar mi código QR, he preguntado proactivamente dónde podía dejar mi bicicleta. Inmediatamente, todo el personal de la zona de embarque me ha NEGADO ROTUNDAMENTE la entrada al tren, sin darme alternativa", publicaba el susodicho en su cuenta de 'X' a las 20.26 de este lunes.
Soy el pasajero que iba en el @iryo_eu Málaga-Madrid, 18:45h.
— Julián Serrano (@Julser93) May 6, 2024
Tras de pasar mi código QR, he preguntado proactivamente dónde podía dejar mi bicicleta. Inmediatamente, todo el personal de la zona de embarque me ha NEGADO ROTUNDAMENTE la entrada al tren, sin darme alternativa 1/4
A partir de ahí, otros tres tuits más en los que narraba los desagradables momentos que tuvo que experimentar desde el momento que se le ocurrió mencionar a su bicicleta hasta que vio como el tren se marchaba delante de sus narices.
Desde Viva Málaga nos hemos puesto en contacto con él para que nos cuente de primera mano como sucedió todo: "Me dispongo a coger el tren en María Zambrano. Escaneo mi código QR y todo perfecto. En ese momento, se me ocurre preguntarle a los responsables de embarque por mi bicicleta, la cual iba en una funda que cumple con las normativas de la web de Iryo y el Ministerio de Transportes. Sin embargo, me dicen que no puedo subir al tren con ella".
La sorpresa para Julián fue mayúscula. Tras intentar razonar con ellos, siguió andando en dirección al vagón número 7, mientras "escuchaba gritos de '¡no pases!". La situación llegó a tal punto de surrealismo que "un azafato se puso en medio de la puerta para que no entrase".
Julián insiste mucho en el "trato denigrante" que vivió, sobre todo, por parte de tres mujeres: la responsable de embarque y otras dos trabajadoras que le acusaron en repetidas ocasiones de "pasajero conflictivo".
Amenazas y un vagón 7 de su parte
Contra viento y marea, consiguió acceder al interior del coche 7, en el que tenía sus asientos. Su sorpresa fue cuando entraron al interior varios empleados, obligándole a bajarse. "Le llegaron a decir a mi pareja que a partir de ahora iba a tener muy complicado viajar en Iryo", apunta. Mientras, todos los presentes en el tren insistían en que le dejaran sentarse en su asiento, algo paradójico tratándose de un supuesto "pasajero conflictivo".
Nosotros estabamos viajando en ese tren y lo que si hemos oido de un testigo directo es que los que han abusado de autoridad y falta de respeto han sido los trabajadores de la compañía @iryo_eu
— Esteban Gomez (@Esteban_Gomez_V) May 6, 2024
Incluso han amenazado a quien difunda videos del incidente con demandas x megafonía.
Ante la negativa de Julián a bajarse, los trabajadores llamaron a la policía, algo que él vio con buenos ojos. Asegura que los agentes "tuvieron un buen comportamiento" en todo momento. Llegó incluso a hablar con el maquinista, el cual "se extrañó" al ver que el "pasajero conflictivo" no se dirigía a él de forma conflictiva.
Al final, el derecho de admisión de la empresa privada lo dejó en tierra. Este martes ha teletrabajado aquí en Málaga. "Por suerte no tenía reunión, eso sí habría sido un problema importante", señala.
Antes de marcharse, los empleados de Iryo le dijeron que "le iban a denunciar por causar retraso en el tren". Por su parte, Julián puso su correspondiente reclamación y tiene pensado acudir a la Oficina de Atención Municipal al Consumidor para elevar su queja.
Un desagradable suceso que ha hecho a una persona común "sentirse como un delincuente", según palabras textuales. Hasta ahora, nadie de la empresa se ha puesto en contacto con él.
"Quiero que no me denuncien y una compensación por todo lo sucedido", sentencia Julián. Una historia que nunca debería haber sido contada y que, de momento, sigue sin tener solución.
Iryo da su versión de los hechos
La empresa de transportes se ha puesto en contacto con este diario tras la publicación del artículo para dar su punto de vista sobre lo sucedido: "Tras escanear el billete, se le pidió que esperara unos minutos para encontrar un sitio adecuado para la misma. Iryo cumple con el reglamento europeo sobre derechos y obligaciones de los viajeros de ferrocarril 2021/782. Según ese reglamento, las empresas de transportes pueden restringir el acceso de bicicletas por razones de capacidad y esa es la verificación que se iba a hacer, buscando una ubicación segura. El cliente no esperó y forzó el embarque