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Días de barrunto

Viento en popa a toda vela

Emborrachando mis ojos de placer con aquellas vistas, imaginé como podría ser el que seguro se convertirá en uno de los momentos más reclamados de estos viajes

Publicado: 18/05/2024 ·
12:04
· Actualizado: 18/05/2024 · 12:04
  • Marine Atlantes. -
Autor

José Manuel Infante Gómez

Columnista mitad barbateño mitad madrileño. Redactor en web deportiva trescuatrotres.com

Días de barrunto

En palabras de su autor: "Intento decir lo que pienso pensando siempre lo que digo"

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El plan era estar en contacto con el agua, pero no de aquella manera. Las predicciones meteorológicas aseguraban que esa mañana de sábado había posibilidades de lluvia, pero hasta las once de la mañana. Por eso hice caso omiso a las nubes que, tímidamente, empezaban a descargar algunas gotas. Craso error el mío, porque era el preludio de un chaparrón que me empapó nada más entrar al puerto deportivo. Pero ya que estaba allí no podía echarme atrás y seguí dispuesto a vivir una experiencia que me pareció apasionante desde que me la propusieron.

Marine Atlantes. Ya el nombre imponía respeto, pero hay algunos trenes (en este caso, barcos) que solo se pueden tomar una vez en la vida.

La lluvia cesó, pero tampoco hubiese sido un problema, ya que el barco estaba perfectamente acondicionado para realizar la travesía sin que a los pasajeros les cayese ni una sola gota. La pequeña marejadilla que había al salir del puerto se olvidó con rapidez cuando se presentó la maravillosa panorámica de la playa del Carmen vista desde altamar.

Para mí, el plato fuerte del viaje era la visita a mi lugar mágico. Bordeando el acantilado, no pude resistir la tentación de pasar a proa para saborear mejor el paisaje desde aquella perspectiva. Lo conseguí gracias a la tripulación que, amablemente, me ayudó a llegar a esa parte delantera. La torre, preciosa como siempre, me pareció todavía más majestuosa.

Emborrachando mis ojos de placer con aquellas vistas, imaginé como podría ser el que seguro se convertirá en uno de los momentos más reclamados de estos viajes:  una ruta que llegará hasta las inmediaciones del faro de Trafalgar para saborear el atardecer con esos colores que solo pueden darse en este singular rincón. Y es que contemplar el ocaso del sol en esta zona es un espectáculo que se queda para siempre en los ojos y las mentes de aquellos que tengan el privilegio de verlo.

La segunda parte de la travesía consistía en bordear la almadraba, que, desde la playa, da la impresión de ser mucho más pequeña. En ese momento, nos podemos dar cuenta de la inmensidad que tiene ese entramado de redes y laberintos donde se captura una de las especies más suculentas y preciadas del planeta.

Con los sabios apuntes a cargo de Dori y Charo, regados con un poco de vino de Barbadillo, concluyó el viaje. Un viaje que seguro cosechará grandes éxitos, porque la idea me parece excelente, ya que no hay que desaprovechar la oportunidad de gozar un paseo por el reino de Neptuno, aunque lo comiences recibiendo un chaparrón, como fue mi caso. 

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