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Una feria entre pinares

Qué bonito es un primer día de feria, con el alumbrado, la música, el ambiente lleno de ilusión de los más pequeños... y de los mayores también

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Lo bonito que es el primer día de feria, la feria de tu pueblo, esa que de niño te hacía olvidar en qué día vivías. Tus padres te decían: "Vamos a ponernos guapos que hoy comienza la feria", y tú, ilusionado, te ponías tus mejores galas, te peinabas y te portabas súper bien para que te dejaran montar en los cacharritos. Claro, siempre había que negociar primero: "Después de montarte, iremos a la caseta municipal que hoy bailan las niñas flamenco" o "Pórtate bien, que hoy canta un Tributo a Triana y queremos disfrutarlo". Y por supuesto, te compraban un algodón de azúcar o una manzana caramelizada, para tenerte aún más contento. Qué nostalgia.

Qué bonito es un primer día de feria, con el alumbrado, la música, el ambiente lleno de ilusión de los más pequeños... y de los mayores también.

Cuando eres padre o madre y ves a tus hijos vestidos de flamenco por primera vez, en su primera feria, ¡qué emoción! Y qué terror cuando piensas en lo que cuestan las atracciones, pero, ¿cuánto vale la ilusión de un niño? "¡Mamá, mira cómo me monto!" O cuando se reencuentran con sus amiguitos mientras pasean por las calles de la feria y deciden montarse juntos. Cuando eres niño, te quedas fascinado con la música, las luces, el jaleo de la gente. En feria, la cara de un niño transmite ilusión. 

Después de ser niño, llega la adolescencia. Sales por primera vez solo con tus amigos, sin tus padres, y bebes tu primer rebujito (¡sin que te pillen!). Y te montas en los coches de choque, para vacilar y pasearte conduciendo delante de la persona que te gusta. Eso sí, el chándal y las leggings quedan a un lado, ¡hay que lucir las mejores galas!.

Y ya cuando vas creciendo y te conviertes en un "adulto prematuro", porque la palabra adulto implica muchas responsabilidades y, para qué mentir, la única responsabilidad en la feria es pasártelo bien, no perderte las actuaciones ecuestres, visitar la zona de los tractores y bailar un poquito con la flamenca que te gusta… Eso sí, en las carpas, con el cubatita ya en la mano.

¿Y lo guay que es comer en la feria? Que sí, que muchas veces la calidad... pues mira, no es la mejor, pero es que en feria, perdona que te diga, todo sabe bien.

Y cuando ya pasa el tiempo y vas a la feria siendo adulto, pero adulto de verdad, de los que disfrutan la feria de día y se retiran por la noche. O de los que van a ver a los tributos porque les recuerdan su música y su época de adolescente, o disfrutan reuniéndose con amigos a los que hace tiempo que no ven, y todo es una nostalgia constante. ¡Qué tiempos! "¿Cómo te va la vida? ¿Y tu chiquillo? Mira, aquí está, que ya viene a pedirme dinero."

Y poco a poco, llega la vejez, y ya no llevas a tus niños de la mano a la feria, sino a tus nietos. Paseas con tu pareja y te reencuentras con tus antiguos amigos, convirtiendo la feria en una tradición donde todo se disfruta y se vive más intensamente, con más nostalgia, porque sí, el tiempo pasa y el cuerpo lo nota, ¡pero tus bailoteos no hay quien te los quite!. 

Mi primera vez en la feria de El Colorado ha sido sentir el orgullo que su gente siento por pertenecer a este lugar. He presenciado cómo dos niños, con los mejores expedientes académicos, cortaban la cinta de inauguración, acompañados de los dos mayores a los que se les reconoce su labor por Conil. Qué contraste tan emotivo: dos niños con toda una vida por delante y dos mayores recibiendo el cariño y reconocimiento de sus vecinos.

También he vivido el momento en que se encendieron las luces de la portada, y su gente aplaudió con orgullo. No hace falta una gran portada para sentir ese encendido como algo propio. Vi a un grupo de flamencas, con sus lunares y flores en el pelo, bailar una sevillana preciosa bajo la portada y la mirada atenta de los asistentes.

He experimentado mi primera carrera oficial, donde la Banda de Música Municipal tocó bajo la portada y todos pasearon hacia el interior de la feria, terminando en la Caseta Municipal. 

He asistido a mi primera Gala de Reconocimiento, y no pude evitar emocionarme viendo a los galardonados. La inocente carita de Manuel Brenes, la emoción y llanto de María Trujillo, la sorpresa y agradecimiento de Pepi Madero… Pero lo que más me conmovió fue ver a José Sánchez, el último en ser galardonado, mirar con profundo amor y sentimiento a sus compañeros. Qué bonito es hacerse mayor y ver cómo la vida crece y prospera a tu alrededor.

Al hablar con los vecinos, todos me transmitieron una emoción contagiosa, ese sentimiento que te hace querer vivir la feria como si fuera la última vez; 

¿Qué diferencia esta feria de otras de alrededor?: "Esta es la mejor feria de la provincia de Cádiz. Es una feria rodeada de pinares, en un entorno natural. Tenemos una tradición ecuestre y agrícola que no tienen otras ferias de la zona".

¿Qué significa esta feria para vosotros? "Esta feria es el reencuentro de todos los amigos que vivimos fuera’’.

¿Qué es lo que más os gusta de la feria? "Que está en el campo, la temática agrícola, los caballos, los reencuentros, la cervecita con los amigos".

¿Qué no me puedo perder de la feria? ‘’El ambiente flamenco, los bailes, la exposición de tractores, y las tradiciones agrícolas tan arraigadas a los conileños.

Fue mi primera vez en esta feria, y me sentí acogida como una conileña más. Me invitaron a vivir los siguientes días y a participar en las tradiciones del resto de la feria, como visitar el Recinto Caballar de animales para la exposición, ver la exposición de Verduras y Hortalizas, los torneos de fútbol, el concurso de Arada con Motocultores, las Carreras ecuestres protagonizadas tanto por niños como por adultos, y, por supuesto, disfrutar de los conciertos, las actuaciones y el buen ambiente que se respira.

¡Sin duda alguna, ha sido una experiencia que invita a quedarse y disfrutar los cinco días que dura!

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