Leo con atención la noticia sobre la celebración de una manifestación que reclama la continuidad del parque de atracciones Tívoli World, patrimonio inmaterial en la infancia de miles de malagueños y santo y seña del turismo que debió de ser en la Costa del Sol, aunque ya sé que algunos dirán que enladrillar el litoral malagueño venía aparejado, ineludiblemente, con el desarrollo económico. La defensa de la pervivencia de esa zona de ocio es, sin duda, una brizna de esperanza entre tanta especulación, vivienda turística y beneficio desbocado en pro de unos pocos, con escasa socialización de los beneficios. Alguien tendría que pedir perdón por su cierre. Sin embargo, Málaga no sólo vende sus servicios turísticos, sino que también enviamos, más allá de nuestras fronteras, a embajadores violentos de nuestro fútbol para que destrocen el mobiliario público y amedrenten a otros hinchas, en este caso los del Dépor. El viajecito ha terminado abochornando a toda la ciudad y con el Málaga Club de Fútbol pidiendo perdón. Bien. Ahora esperemos que la gestión de este tipo de grupos no se quede solo ahí. Todo eso ha ocurrido el fin de semana en el que ha sido coronada la Divina Pastora de las Almas, gloria de Capuchinos y protectora de los malaguistas. Hubo mucha gente en el Centro para ver a la Virgen, espléndidamente vestida por Jesús Hinojosa. Damos también la enhorabuena a un periodista brillante como Juan Antonio Navarro Arias, hermano mayor de la corporación, por este hito mariano. De perdonar sabe, y mucho, esta imagen milagrera y querida por sus vecinos y por muchísimos malagueños. Disculpas habría que pedir también a las decenas de miles de conductores que, cada día, en su tránsito hacia la capital desde Rincón de la Victoria y otras localidades axárquicas se quedan atrapados en la ratonera de una autovía que se halla a las puertas del colapso, si es que no hace años que rebasó esa dudosa marca récord. Hay quien habla ya de ampliar su capacidad o ejecutar, incluso, una nueva infraestructura que absorba parte del excedente de movilidad de la zona. No pidió perdón, sin embargo, el gran escritor, autor de carnaval, cofrade y profesor de Lengua Sergio Lanzas Oleas en su conferencia del pasado viernes en el Ateneo de Málaga. Ni tenía por qué pedirlo. Algunos tildan el carnaval de cultura popular. Lanzas lo reivindicó como una más de las disciplinas artísticas. Sin complejos. Y compuso un precioso pasodoble, en directo, ante el asombro de los asistentes.
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Pedir perdón
Hubo mucha gente en el Centro para ver a la Virgen, espléndidamente vestida por Jesús Hinojosa
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