Dos bandos
El primero de los enfrentamientos metafóricos se produce cuando llega el momento de inaugurar el tapeo con una copa de vino: en el lado francés, el champán de André Clouet, al que mira desafiante, de tú a tú, un lacrimoso andaluz de nombre Barbazul, curtido en la lucha contra el sol en la Huerta de Albalá. Ambos se enzarzan en la pelea flanqueados por la artillería, encarnada en el bando gabacho por unas ostras frescasde la albufera de Thau; por parte de los sublevados hispanos, unas gambas blancas de Huelva, camufladas en pequeños cartuchos que dejan entrever su bravura.
En el mismo teatro de operaciones de piedra pulida, otras dos grandes armas de guerra pugnan por entrar en liza: el pan francés de creamfresh, salmón ahumado y cebollino lanza el guante del desafío a un montadito de bacon con queso payoyo. Así es la segunda habitación de la casa de La Azotea: un continuo enfrentamiento gastronómico de las cunas europeas de la cocina elaborada.
El origen del conflicto, que se repite cada noche y cada mediodía bajo el cielo de escayola del establecimiento, lo explica uno de sus estrategas, el gerente del local Juan Gómez: “Nos dimos cuenta de que en Sevilla había lugares donde tomar muy buen marisco, pero donde los vinos por copa no llegaban a su altura”. Pero La Azotea no es una marisquería, sino que se puede tapear con imaginativas reinvenciones de recetas tradicionales mediterráneas.La sumiller Ana Gamero Vigil, en su condición de general al mano, aconseja a las tropas sobre el arsenal de más de 150 referencias de vinos.
Lo bueno con lo bueno
Productos frescos de primera calidad en formato de tapa y acompañados por vinos y espumosos excelentes, por copas. Ese es el concepto de la segunda dirección que La Azotea tiene en la ciudad.