Si esta nueva unidad tuviera como objetivo intervenir en aspectos relacionados con orden público “se estaría produciendo una duplicidad, porque para eso ya existe la Unidad de Intervención Policial (UIP), de la Policía Nacional, con un gran grado de especialización y preparación y con base en Sevilla”, explica el secretario general del SUP en Sevilla, Manuel Pino, que cree que “a día de hoy la Policía Local no está preparada” para ejercer de antidisturbios. Pino asegura que no cree que en Sevilla existan “tantos disturbios” como para crear la UEP, a la que considera un “despilfarro económico” y un “despropósito político”.
Actuaciones previas
“La Policía Local ya ha actuado con anterioridad como antidisturbios”, recuerda Marta Solanas, una joven que participó activamente en la asamblea La calle es de todos, creada en 2006 como respuesta a la aplicación de Ley Antibotellón. Como ejemplo, Solanas recuerda “los sucesos que ocurrieron en la Alfalfa, en los primeros meses de aplicación de la Ley Antibotellón”.
El 1 de diciembre de 2006 fue cuando entró en vigor dicha norma autonómica, que prohíbe el consumo de cualquier tipo de bebida en la vía pública. Ese día, varias dotaciones de la Policía Local, ataviadas con cascos y escudos antidisturbios, llegaron a la plaza de la Alfalfa. Los agentes se dispusieron a desalojar de la calle a los jóvenes, tanto a los que bebían como a los que no. El resultado fue de varios heridos y graves destrozos en el bar Serva La Bari, situado en la Cuesta del Rosario, y que tras los incidentes cerró definitivamente.
Tras estos incidentes surgió La Calle es de Todos, que convocó una protesta, sin bebidas de por medio, en la Alameda de Hércules. “La Policía Local cargó con dureza contra un grupo de manifestantes que se habían concentrado para reivindicar su derecho a estar en la calle”, según recoge un amplio reportaje publicado por la revista Interviú en abril de 2007, en el que también se muestra la fotografía de un hombre ensangrentado tras la carga de la Alfalfa. “La Policía, que usó material antidisturbios para sofocar la concentración, justifica la carga por insultos y agresiones”, recoge la información de la revista.
Para Solanas estas “nefastas y desproporcionadas” actuaciones fueron fruto de “la falta de preparación y formación en materia de disolver concentraciones”. Al igual que Manuel Pino, Solanas no cree que en Sevilla “existan problemas suficientes” para crear esta unidad “y si así fuese, me preocupa que los políticos sólo sepan arreglar las cosas a base de hostias”, concluyó Solanas”.