Tras jurar como el presidente número 44 de EEUU, a las 17.05 GMT y ante el júbilo de unos dos millones de personas en el Mall, el parque situado frente al Capitolio, en Washington, Obama ofreció un discurso en el que también advirtió de los retos del país.
El presidente pidió una tregua en la que Washington deje de lado las “pequeñeces”, recriminaciones y “desgastados dogmas que durante mucho tiempo han estrangulado” el diálogo político.
“Lo que se nos pide ahora es una nueva era de responsabilidad, el reconocimiento por parte de cada estadounidense de que tenemos obligaciones hacia nosotros mismos, nuestra nación y el mundo”, dijo Obama ante una auténtica marea humana congregada en el Mall a pesar de las gélidas temperaturas.
Ante los gritos de “Obama! Obama!”, el presidente destacó los retos de su Gobierno: una nación en guerra, una economía por los suelos que ha arrastrado negocios y empleos, el alto coste de la salud, escuelas que no funcionan y una dependencia del petróleo extranjero que “fortalece a nuestros adversarios y amenaza a nuestro planeta”.
Aunque los retos sean muchos, continuó, EEUU les hará frente porque “hemos optado por la esperanza sobre el miedo y un propósito único sobre el conflicto y la discordia”.
Salpicando su discurso con referencias bíblicas, Obama dijo que es hora de despojarse de “cosas infantiles” y hacer avanzar los ideales imperecederos: “La promesa de Dios de que todos somos iguales, todos somos libres y todos merecemos una oportunidad en la búsqueda de la felicidad plena”.
Obama dijo que EEUU sigue siendo “la nación más próspera y poderosa en la Tierra” y que es hora de empezar su reconstrucción.
“A partir de hoy (por ayer), debemos levantarnos, sacudirnos el polvo y comenzar de nuevo la tarea de reconstruir EEUU. Porque, por donde quiera que miremos, aún hay un trabajo que hacer”, afirmó.
También prometió reactivar la economía con la “creación de nuevos empleos” y sentando “las bases para el crecimiento”, y dijo que el reto de su Gobierno es invertir más en la infraestructura, en salud y educación, y en el desarrollo de nuevas fuentes de energía.
Obama aseguró que, lejos de los cansados argumentos políticos del pasado, lo que cuenta ahora es la eficacia del Gobierno para promover salarios decentes, una sanidad asequible y una jubilación “digna”.
También repitió las promesas de su campaña de salir de Irak “de forma responsable”, de forjar la paz en Afganistán y de promover el diálogo con los adversarios.
“Con viejos amigos y antiguos enemigos trabajaremos incansablemente para aminorar la amenaza nuclear, y revertir la amenaza del calentamiento global”, subrayó.
Además, advirtió a los enemigos de EEUU que insistan en propagar el terror: “No nos pueden ganar, nosotros los venceremos”.
Obama, de 47 años, hizo también un llamamiento a la unidad nacional, recordando que el mosaico estadounidense está compuesto por gente de todos los credos y culturas, y envió un mensaje solidario al mundo.
“A todos los pueblos y gobiernos que nos están viendo hoy –por ayer– (...) sepan que EEUU es un amigo de cada nación y cada hombre, mujer y niño que busca un futuro de paz y dignidad, y que estamos listos para ser líderes una vez más”, afirmó Obama, hijo de un inmigrante keniano.
Asimismo, recordó que su país derrotó al fascismo y al comunismo “con alianzas fuertes y convicciones duraderas”.
“Nuestro poder por sí solo no nos puede proteger, ni nos da derecho a hacer lo que nos plazca”, afirmó Obama, tras rechazar como una falsa premisa la elección entre seguridad o ideales nacionales.
Para el nuevo presidente de Estados Unidos, Barack Obama, su investidura es “un momento que definirá a esta generación”, y aunque los retos son nuevos, la respuesta a ellos pasa por la honestidad, el valor, la justicia, la tolerancia y el patriotismo.