Las autoridades turcas han reconocido que el cargamento del avión sirio que fue interceptado el pasado 10 de octubre en el Aeropuerto Internacional de Ankara ante la sospecha de que transportaba material militar no era ilegal, según ha informado este jueves el portavoz del Ministerio de Exteriores de Rusia, Alexander Lukashevich.
"Nuestros socios turcos se han retractado efectivamente de las acusaciones iniciales de que (el avión sirio) llevaba munición", ha dicho el portavoz gubernamental, en declaraciones recogidas por la agencia de noticias RIA Novosti.
Lukashevich ha explicado que "aunque ahora las autoridades turcas no cuestionan la legalidad del cargamento, siguen estando descontentas por el procedimiento de notificación" de la mercancía que iba en el avión sirio.
El pasado 10 octubre, un grupo de cazas turcos F-16 obligó a un avión de la aerolínea estatal siria que había partido de Moscú rumbo a Damasco a aterrizar en el aeródromo capitalino, en base a unos informes de Inteligencia que apuntaban a que llevaba mercancía militar.
Tras varias horas de registro, las autoridades turcas permitieron al avión sirio reanudar su viaje, pero decomisaron parte del cargamento, argumentando que violaba las normas internacionales de aviación civil.
El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, reveló días después que el avión sirio transportaba munición y equipos de comunicación militares supuestamente destinados al Ministerio de Defensa de Siria.
Tanto Moscú como Damasco negaron estas afirmaciones, explicando que el cargamento del avión sirio podía ser utilizado tanto con fines civiles como militares, por lo que no había motivos para que las autoridades turcas lo interceptaran y decomisaran la mercancía.
A causa de este incidente, Ankara ordenó cerrar su espacio aéreo a los aviones sirios y aconsejó a los aviones turcos que no sobrevolaran el país vecino debido a la creciente inseguridad por la continuidad de los combates. En respuesta, Damasco hizo lo mismo, en base al principio de reciprocidad.
El episodio del avión se enmarca en la escalada de tensión bilateral que se desató el pasado 3 de octubre, cuando un obús sirio cayó en la localidad de Akçakale, situada en el sureste de Turquía, acabando con la vida de cinco civiles. Desde entonces, los ataques transfronterizos en ambas direcciones se han repetido periódicamente.