Nada como dogmatizar y confiar en las posibilidades de uno para salir airoso ante las dificultades presentadas. La fe mueve montañas, y el Racing Portuense se sigue agarrando como un clavo ardiendo a ese pensamiento. Querer es poder. El equipo de Mere cree y se crece ante las dificultades, y ése es su mejor aval para continuar plantando cara a cualquiera que se precie.
No se esconde, no especula y no se amilana. Sí respetó, y mucho a su rival. Era lógico; tocaba adaptarse a las circunstancias y buscar el punto débil. El Algeciras, con un objetivo más definido y con el ascenso entre ceja y ceja, receló de los portuenses desde su inicio, cómo si supiera que desde la modestia y el trabajo, en fútbol no hay nada escrito. Hizo bien.
El derbi gaditano fue fiel al guión de hermandad y cordura con el que se selló la pipa de la paz, en un ambiente de tranquilidad en la que ambos equipos dieron por bueno el empate, que lució en el marcador al final del choque. Mucho respeto en dos banquillos que se admiran y se conocen y del que no se dieron demasiado lugar a la improvisación sobre el terreno de juego.
El equipo portuense volvió a sacar un once inicial atípico. Mere, técnico racinguista, quiso buscar más contención en la zona ancha, colocando a Galisteo como pivote defensivo por delante de la zaga.
Éste, nuevamente nada que no se haya destacado anteriormente, volvió a cuajar un partido completo, y aunque necesitó de la asistencia médica tras un golpe en su hombro izquierdo, tras calzarse unas botas nuevas, se erigió en el baluarte defensivo.
El único pero, fue la quinta cartulina que le mostró el colegiado sevillano y que se perderá el choque ante el Coria. Se perderá los primeros minutos de la temporada y que servirá, a buen seguro, para recuperar fuerzas en su tobillo mal trecho.
Alberto Fernández, que tuvo una clarísima dentro del área en la segunda mitad, volvió a tomar el ‘2’. Bien el canterano en facetas defensivas.
Por su parte, Raúl López, inconmensurable al corte, cedió el testigo a Pedrito y se colocó como central otorgando a éste las funciones de lateral izquierdo.
En frente, un Algeciras, muy ordenado y serio en las marcas, y que a pesar de salir muy enchufado desde el comienzo, se fue diluyendo con el paso de los minutos, otorgando el protagonismo a un Racing Portuense que, aunque le costó reaccionar tras el gol de Narváez, fue creyendo en sus posibilidades y a base de constancia, consiguió el justo premio al esfuerzo realizado.
El primero que avisó fue Mario en el 7’, resultando providencial Ismael que, con el cuerpo, intercepta en la primera aproximación campogibraltareña.
Los primeros 20 minutos fueron visitantes, que sin mayor peligro fueron haciéndose dominadores de la situación. El Racing, a modo diesel, fue tomando el pulso con el paso de los minutos. La llegada de Expósito a la cercanía de Romero, cancerbero algerecista, se saldó con una caída del roteño dentro del área. Protestas insulsas que no llegaron a ningún lugar. Dos minutos más tarde, en el 24’, Elías lanza entre los tres palos por vez primera.
Los rojiblancos se sacudían la presión inicial a base de triangulaciones por banda izquierda y empezaban a tener el esférico cada vez más tiempo en su posesión. Fruto de ese control, Galiano tiene en su cabeza la mejor oportunidad tras botar Elías un córner medido.
Antes del descanso, las fuerzas se nivelan.
- Cambios claves
Y cómo no, tras el paso por vestuarios, el deja vu particular. Ésa sensación de haberla vivido algo ya con anterioridad. Mal se ponían las cosas nada más empezar el segundo asalto. Un error defensivo, con traspiés incluido, es aprovechado por Narváez , que adelantaba al Algeciras en el marcador.
El empate, hasta entonces dado por bueno, se complicaba y se esfumaba. Era tiempo de tirar de esa creencia y de esa fe. Y por supuesto, de cambiar. Benítez, el organizador, el lanzador de faltas, el cerebro y la brújula rojiblanca, hacía acto de presencia. Entre algodones, volvía a reaparecer. Sin ruido entró en el campo. No pudo tener mejor regreso. Sustituyó a un Rafi Cruz voluntarioso, pero que entró poco en juego.
La frescura ofensiva tuvo en Rober a su precursor sustituyendo a un extasiado Elías, que volvió a cumplir.
El Algeciras, que se movía muy cómodo con el marcador favorable, se bastó con mover el balón. En frente, los de Mere, tocados, pero no hundidos tras el gol encajado.
Las sustituciones mejoraron a un Portuense que tiró de garra, gallardía, de corazón y de esperanza para empatar. Benítez, el omnipresente, se sacó de la chistera un pase medido para servir en bandeja a Juanmi, que había entrado cinco minutos antes. En carrera y dejando atrás a su marcador, clavó el balón en la red. Una contra trenzada a las mis maravillas, llevó el júbilo a Valdelagrana.
Con un Racing volcado y un Algeciras ausente, Raúl López tuvo en su testa el segundo. El esférico salió alto. Después de todo, se pudo ganar. No había tiempo para más. Bueno, sí. Para sellar con aplausos un partido que entretuvo al respetable que ovacionó a los suyos y a un digno rival. Empate a uno donde triunfó el fútbol.