La primera de las tres jornadas de debate comenzó sin la participación del actor principal de esta conferencia, el vicepresidente de EEUU, Joe Biden, quien no asistirá hasta hoy, lo que impidió que hubiera un diálogo directo entre Washington y Rusia e Irán, los invitados complicados de esta primera sesión.
El discurso de apertura del ministro alemán de Exteriores, Frank-Waler Steinmeier, estuvo cargado de buenos deseos y llamamientos a la construcción de una alianza global para el desarme y a la cooperación mundial en temas de seguridad, sin que ello lleve a cuestionar la OTAN.
Las intervenciones de los representantes de Moscú y Teherán, en cambio, devolvieron a los oyentes a la cruda realidad.
El presidente del parlamento iraní, Ali Lariyani, lanzó una diatriba contra Estados Unidos, país al que acusó de aplicar una política de “doble rasero” al sancionar a Irán por seguir un programa nuclear pacífico y, a la vez, “premiar” a otros países como India o Paquistán que tienen armas atómicas.
Lariyani aprovechó para mandar un mensaje de solidaridad al movimiento islamista Hamas en la franja de Gaza, cuya población, dijo, ha sido objeto de “una terrible matanza” por parte de Israel, mientras “Occidente y EEUU callaban”.
Insistió el político iraquí en que la estrategia seguida por EEUU en los últimos años lo único que ha conseguido ha sido fomentar el terrorismo, al tiempo que emplazó a Obama a aprovechar el buen momento para ofrecer un dialogo real, escuchando lo que tienen que decir otras culturas, proponiendo nuevas estrategias de defensa y con espíritu multilateralista y no unilateralista.
Lariyani insistió en que su país nunca ha tenido la intención de tener armas atómicas, porque “eso no va –dijo– con el espíritu de la revolución islamista”, pero no tendió los puentes que Occidente espera de Teherán.
Por el contrario, si en algún momento el discurso de Steinmeier tuvo carácter de amonestación fue al advertir a Teherán que no debía interpretar la oferta de diálogo de Barack Obama como disposición a hacer cualquier concesiones en el tema nuclear.
Tampoco el viceprimer ministro ruso, Sérguei Ivanov, hizo en Múnich ofertas que apuntaran a un deshielo inmediato de las relaciones.
Aunque no tuvo la dureza de Vladimir Putin hace dos años, cuando el entones presidente ruso amenazó con responder al escudo antimisiles de EEUU en Europa del Este con un nuevo rearme, también Ivanov advirtió desde el mismo podio que la iniciativa de Washington supone un peligro para el mundo.
El viceprimer ministro dijo que los lugares elegidos por EEUU para instalar su sistema antimisiles, en Polonia y la República Checa, apuntan a que Washington pretende intimidar a Rusia. Recordó que Medvedev ha dicho que no instalará misiles de corto alcance en Kaliningrado si Washington prescinde del sistema antimisiles en Chequia y en Polonia.