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ETA responde a la anulación de sus listas con un coche-bomba

ETA ha respondido a la anulación de las candidaturas auspiciadas por la banda terrorista para las elecciones vascas del próximo 1 de marzo, colocando una furgoneta-bomba en el Campo de las Naciones de Madrid, que no ha causado víctimas pero sí importantes daños materiales.

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  • Miembros de la Policía inspeccionan varios de los coches calcinados por la explosión de la furgoneta-bomba. -
  • No causó víctimas pero sí importantes daños materiales en el Campo de las Naciones de Madrid
  • Explotó junto a la sede de Ferrovial, una de las constructoras de las vías de la Alta Velocidad
  • El vehículo había sido sustraído en San Lorenzo de El Escorial algunas horas antes
ETA ha respondido a la anulación de las candidaturas auspiciadas por la banda terrorista para las elecciones vascas del próximo 1 de marzo, colocando una furgoneta-bomba en el Campo de las Naciones de Madrid, que no ha causado víctimas pero sí importantes daños materiales. 

Apenas diez horas después de que el Tribunal Supremo anulara las listas de Askatasuna y D3M, la banda terrorista hacía estallar una bomba junto a la sede de la empresa Ferrovial-Agromán, una de las constructoras que trabajan en las obras del Tren de Alta Velocidad, en la diana de ETA desde hace meses. 

La furgoneta-bomba, una Peugeot Partner que fue robada la noche del domingo en la localidad madrileña de Navalagamella y que pertenecía a un vecino de Pozuelo de Alarcón, estalló pasadas las 09.00 horas, hora y media después de que varias llamadas en nombre de ETA alertaran de la colocación del artefacto. 

Fuentes de la investigación confirmaron a Efe que las llamadas se realizaron desde algún punto de la Comunidad de Madrid a través de un teléfono móvil de prepago. 

Un hecho que, sumado a que el vehículo se robó apenas unas horas antes del atentado, ha hecho pensar a los investigadores que ETA dispone de algún tipo de infraestructura en Madrid. 

No obstante, un comando de ETA ya robó y montó otra furgoneta-bomba en Madrid en muy pocas horas en mayo de 2005. 

Entonces se supo que el vehículo había sido sustraído en San Lorenzo de El Escorial y que la bomba fue instalada en un descampado de Valdemorillo –a menos de diez kilómetros de Navalagamella– aprovechando la oscuridad de la noche. 

En el atentado perpetrado ayer, y tras el aviso en nombre de ETA, la Policía localizó el vehículo a las 8.13 horas y procedió a evacuar los edificios cercanos y a establecer un perímetro de seguridad de 500 metros. 

Pocos minutos después de las 9 de la mañana, la furgoneta-bomba hizo explosión provocando un cráter en el suelo de tres metros de diámetro por un metro de profundidad. 

La onda expansiva ha afectado a medio centenar de vehículos estacionados en la zona y ha roto cristales y falsos techos de los edificios cercanos, además de daños materiales de escasa consideración en un puente que estaba junto a la furgoneta-bomba. 

A pesar de estos destrozos, los investigadores creen que sólo ha explotado parte de la carga explosiva y que el resto se ha quemado, evitando en parte el efecto devastador esperado por los terroristas. No es la primera vez que ETA atenta en el Campo de las Naciones de Madrid. 

Hace exactamente cuatro años, el 9 de febrero de 2005, y casi a la misma hora, la banda hizo explotar un coche-bomba cargado con unos 30 kilos de cloratita junto a varios edificios de oficinas y a escasos metros del recinto ferial de Ifema que acoge las grandes ferias internacionales. 

Con el atentado de ayer, ETA ha cumplido además su amenaza sobre las empresas que trabajan en las obras del Tren de Alta Velocidad en el País Vasco. 

Ferrovial-Agromán, en alianza con Fonorte, se adjudicó en diciembre de 2006 un subtramo del proyecto del TAV para Euskadi, el que unirá Legutiano (Álava) con Eskoriatza (Guipúzcoa), y que contempla un túnel de varios kilómetros de longitud. 

Desde que se iniciaran las obras de la Y vasca, ETA ha atentado hasta en cinco ocasiones contra intereses de las empresas adjudicatarias de la infraestructura ferroviaria. 

El atentado más grave se produjo el pasado 3 de diciembre en Azpeitia (Guipúzcoa), cuando asesinó de varios disparos a Ignacio Uría, propietario de la empresa Altuna y Uría, que también participa en las obras del TAV a su paso por el País Vasco.

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