Estamos una vez más ante un nuevo 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, que en Huelva ha llegado marcado por unas palabras desafortunadas por parte de un dirigente socialista acerca de una mujer y ministra, que si bien no se pueden justificar y dejan cierta sensación de que no todo se soluciona pidiendo disculpas, han provocado sin embargo que de la anécdota se haga historia, y eso si que resulta excesivo.
Y no es justo, sobre todo, si quien hace leña del árbol caído es el Partido Popular, una formación que no tiene en su ADN político ni ideológico la lucha por la igualdad y por la mujer, si atendemos a su apoyo, incluso económico, a la educación segregada, sus recursos contra las leyes de igualdad, y hoy mismo, las críticas a las políticas de paridad por parte de su secretaria general, Dolores de Cospedal, cuando se han demostrado eficaces, por ejemplo, para el acceso a las listas electorales, cuando tan imprescindibles son hoy todavía a falta de una igualdad real y efectiva.
No es bueno además, usar estas cosas como arma arrojadiza y elemento de confrontación, lo haga quien lo haga, porque enturbian la realidad que sigue pasando por muertes de mujeres a manos de sus parejas, miedo a la denuncia todavía, que tantas veces se retira, y desde luego, salarios inferiores a igual trabajo para mujeres y menos posibilidades de acceso a empleos, además de ser la mujer la que, generalmente, se sacrifica cuando llegan los hijos.
Hasta ahora, solo ciertas asociaciones actuando como auténticos grupos de presión, cuestionaban los datos terribles del dolor y la denuncia que pone estadística y rostro al maltrato y la violencia, pero ahora, como ha ocurrido con un diputado de UPyD, ya hay políticos que han dado el paso explícito, y eso es ir hacia atrás.
Hay que actuar por la igualdad, pero no de palabra, sino con el reparto equitativo de altos cargos, de ministerios, y de directivos en las grandes empresas. Y un punto para prestar atención y para la reflexión, hay voces expertas y estudios que advierten de un repunte del machismo entre los jóvenes, con hombres todavía por hacer que ya quieren controlar lo que hacen sus parejas, si salen o entran y con quién, quién les manda mensajes o wassaps a móviles y qué ropa se deben poner. Es de nuevo el fracaso de todos, resulta aterrador, porque demuestra que no hemos estado a la altura en lo que a la educación se refiere.
Por eso, una vez más. Hay que luchar porque el día de la mujer no sea sólo el ocho de marzo, sino los 365 del año, hasta que esta efemérides se convierta en mera anécdota.