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Sábado 16/11/2024
 

Jerez

“Hay más problemas de drogas que hace veinte años”

“Estamos volviendo, desgraciadamente, al punto de partida. Dada la situación de crisis la gente accede a buscarse la vida con el trapicheo de droga”

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  • Luis Bonanto en su despacho en La Plata. -

Médico de profesión siempre tuvo claro que su vida iría encaminada hacia la acción social. Cometa y antes la parroquia de San Juan de Dios fueron sus puntos de partida para asumir su compromiso, desde hace más de 20 años, con Proyecto Hombre.

— Hagamos historia de su entrada en Proyecto Hombre
— Me fui a Málaga a formarme   en junio de 1989, a Italia en febrero de 1990 y abrimos en febrero de 1991. Previamente estuve en la Asociación Cometa que fue donde surgió la idea de montar  algo que diese respuesta a la situación de droga que se vivía  en Jerez. Aquello estaba promovido fundamentalmente por Cáritas Diocesana, las parroquias de La Asunción y San Juan de Dios y gente particular que colaboraba. Podemos decir que desde 1988 estoy embarcado en lo que son tomas de adicciones y drogas.
— ¿Y en este mundo se entra por vocación? 
— Yo soy médico.  
— Ya, por eso la pregunta, porque entiendo que usted se podría ganar la vida mucho mejor en otro escenario de su profesión.
— Ja, ja, ja..., ganar la vida económicamente pero no la vida....
— Ahí iba.
— Yo, además, curiosamente tuve un discernimiento.  Estaba en la parroquia de San Juan de Dios y un amigo me ofreció irme a Canarias a un trabajo de hoteles, un tema de alemanes, y desde la Asociación Cometa me ofrecieron liderar y presidir Proyecto Hombre y opté por esto último. En Medicina tuvimos unas pequeñas jornadas de adicciones, psiquiatría. Estuve como alumno en psiquiatría infantil porque me gustaba tanto la pediatría como la psiquiatría y ví que el tema de las adicciones tenía cierta relación con lo que es acompañar a las personas y me llamó la atención. Cuando terminé la carrera quería hacer algún tipo de voluntariado y me hice voluntario en Cometa, que fue donde surgió esta posibilidad. Mi vocación iba hacia un tema social, médico social. 
— Me figuro que su vinculación a la parroquia San Juan de Dios, entonces un barrio muy conflictivo, también le marcó ese camino.
— Sí, sí...Recuerdo perfectamente la figura de Sebastián González, líder del movimiento asociativo, y la llegada de Chamizo y vernos allí. Había un movimiento por el tema de la heroína, sobre todo ligada a la delincuencia, el tema de los barrios...Todo eso te hace más sensible. Yo, de hecho, también estuve viviendo durante mucho tiempo por esa zona y veía la realidad. Una realidad que ahora se está volviendo a ver en la calle, no en esa zona.  Ese tipo de movimiento, el trapicheo, de gente que va a Ceuta y, desgraciadamente, otra vez estamos volviendo, en cierto modo, al punto de partida. Dada la situación de crisis la gente accede a buscarse la vida con el trapicheo de la droga.
— ¿Hay más drogadictos ahora que en el 91 cuando comenzó ?
— Hay más drogadictos pero es otro tipo de drogadicto. Ha cambiado cualitativamente. Por ejemplo, nosotros atendíamos a adolescentes de forma esporádica y se integraban en los programas de tratamiento. Lo que teníamos es lo que llamábamos Proyecto Hombre, lo que ahora se llama Programa Base, que era acogida, reinserción y eran politoxicómanos de una edad media de 30 años. Ahora tenemos el programa base donde se sigue atendiendo a ese perfil de 30 a 40 años, muy desestructurado, el politoxicómano, el rebujo o el alcohol, pero en el año 97 ya tuvimos que abrir el Proyecto Joven porque llegaban jóvenes y adolescentes y en el 98 abrimos el Programa de Apoyo, donde se atiende a gente muy estructurada, muy normalizada y totalmente insertada. 
— La cocaína que llegó .   
— Cocaína y alcohol también, pero gente que no ha tocado fondo. Ludópatas también y todo tipo de adicciones, Hemos tenido adicciones al teléfono, a internet, al sexo, a compra compulsiva..., pero son gente que la fase de reinserción social no la tiene que llevar a cabo, como ocurre en el Programa Base, porque son gente que trabajan. Hemos tenido médicos, arquitectos, abogados, directores de bancos. Es algo que no se ve. De hecho, en los años 90 el problema de la droga ocupaba el segundo o tercer lugar de preocupación en las encuestas que se realizaban y ahora está en el puesto catorce o quince porque ya no es algo que nos moleste. Desgraciadamente nos movemos desde aquello que nos molesta y no desde los que realmente sucede o sufre la gente. 
— ¿El drogradicto no es una molestia para la sociedad en general?
— Recuerdo que antes el drogradicto abordaba a la gente en la calle, se sentía miedo y ahora no es así. El tema de la adicción está ahora mismo muy focalizado en jóvenes, con el tema del hachís, que depende de las edades. Tenemos jóvenes que no tienen siquiera problemas de adicción, sino de comportamiento. Vienen los padres con situaciones de violencia. En este sentido no es raro que nuestros hijos adolescentes nos cuenten peleas en los colegios. Hay gente que no vienen por el tema de la droga, sino por un paso previo y con un alto riesgo de convertirse en consumidores, pero fundamentalmente lo hacen por un problema de comportamiento. Hay otro grupo, entre los 14 ó 16 años, que llegan porque los padres están muy pendientes y ven que se han iniciado en el consumo del hachís o del alcohol y luego está otro grupo de jóvenes, de 21 ó 22 años, que han pasado del hachís a la cocaína. Sí han consumido pastillas pero no tienen problemas. Luego están los adultos que hemos comentado.       
— Los políticamente correctos.
— Esta gente no problemas en la calle, los problemas están en sus casas donde se vive un ambiente de infelicidad y donde ven que lo que querían tener cuando montaron una familia no existe, que comienzan a tener problemas en el trabajo, por ausencias repetidas o por falta de profesionalidad. En ese punto suenan las alarmas, pero son personas que siguen integrados, que están con sus familias, que mantienen sus trabajos, aunque les llega un momento que la evidencia de la realidad les lleva a buscar el tratamiento.
— Un tratamiento también para el alcohólico o el ludópata         
— Hay de todo. Son gente que, lamentablemente, se ven en una situación límite. Hay personas inteligentes que, en un momento determinado, se paran y se preguntan que para qué viven, qué pretende, qué busca y hacia dónde dirige su vida y asumen venir. Y lo hacen normalmente empujados por situaciones límites como cuestiones judiciales o afectivas, porque la pareja le ha dicho basta o de salud, porque se ha visto en el Hospital. La cocaína, por ejemplo, produce afecciones cardíacas que dan la cara.  Llegan empujados en general por realidades ajenas o externas a él.
— Me ha ido desgranando poco a poco cómo ha ido cambiando  la situación social del drogodependiente, pero cómo ha cambiado Proyecto Hombre en estos veintidós años de existencia.
—Empezamos cinco personas y ahora mismo, aunque hemos bajado un poco por la situación económica y la reorganización de equipos, hay treinta y seis personas contratadas y unos voluntarios que superan las ciento veinte personas en los diferentes programas. Tenemos sedes en calle Lealas, que necesitamos dejar con urgencia, en un edificio cedido por la Diócesis de Asidonia Jerez; tenemos este edificio de La Plata en el que se ubican la administración, dirección y servicios generales. En la Plaza Carrizosa,  en la calle Liebre, contamos en la parte baja con el programa de apoyo y, arriba, está el piso, que gestiona la Asociación de Familia,  donde se ubican personas que quieren hacer el Proyecto Hombre pero que no tienen familia o la familia no quiere hacer el seguimiento y está la Unidad Terapéutica, al lado del Circuito, en unos terrenos cedidos por el Ayuntamiento, donde están la Comunidad Terapéutica de Adultos, de reinserción, del Programa Base y de Protección de Menores, con ocho plazas que tenemos para menores tutelados por la Junta de Andalucía y con graves trastornos de comportamiento, En calle Lealas está la acogida, la atención psiquiátrica que se pasa una vez a la semana o cuando es necesaria, y el Proyecto Joven con la familia, los adolescentes.
— Esos adolescentes viven en su casa, integrados.
— Los adultos del Programa Base, que la mayoría están en el piso, van y vienen al piso y los jóvenes van dos o tres días a la semana a Lealas y por la tarde porque están estudiando y si va allí se encuentra como si fuese un instituto o un colegio. Y cada vez que tengo ocasión lo digo. La gente asocia Proyecto Hombre con el toxicómano que está tirado en la calle. En absoluto. Te encuentras con niños con 14 ó 15 años totalmente normalizados pero que han empezado  desviarse o bien con comportamientos malos como fracaso escolar, escenas de violencia o de falta de respeto y que se han iniciado en el consumo de drogas y que los padres deciden atajar cuanto antes. Eso es como el cáncer. Hay que extirparlo cuanto antes. Si tienes molestias de estómago, gastritis y no vas al médico al final puedes tenerlo. Si hubieses acudido en su momento no hubiese llegado a esa situación de enfermedad. Lo mismo la droga.
— Pero con el aumento que antes me significaba del trapicheo esta juventud está en peligro en la calle.
— Claro, pero son vacunas que las personas se van poniendo. Al principio la familia viene y nos dice que lo llevemos a una granja lo más lejos posible de Jerez. Y nosotros, en la primera fase, lo que queremos es que viva en su casa porque eso es lo que van a hacer cuando termine el proceso. Qué ganamos con tener a la persona encerrada doce o veinticuatro meses. Nada, porque después cuando vuelva al barrio no tiene recursos para enfrentarse a la situación. Pasa igual con la familia. Nosotros también trabajamos con la familia, porque cuando la persona vuelva a la familia y se encuentra con situaciones de violencia no se avanza nada. Tiene que cambiar la familia para ayudar.
— ¿Cuántas personas en tratamiento actualmente?
— Unas ciento cincuenta y otras ciento cincuenta en prisión porque, y eso no lo he comentado, nosotros trabajamos también en los Centros Penitenciarios de Puerto 1, Puerto 2, Puerto 3 y Algeciras. Se va una o dos veces a la semana y lo que pretendemos es que el adicto en lugar de cumplir la condena en prisión la cumpla en Proyecto Hombre. El juez a veces le dice que en lugar de ir a prisión se quede en un centro de tratamiento para rehabilitarse. Para los que están en prisión es muy importante que esté pendiente de que un día a la semana va a ir el terapeuta o el voluntario o la voluntaria a hacer grupo y hablar de cómo se encuentra. Es un proceso que no es muy profundo, porque la prisión no reúne las condiciones para ello, pero sí es importante para el conocimiento y crecimiento personal, donde la persona comience a identificar por qué comenzó el consumo, por qué lo sigue haciendo y qué tipo de comportamientos les llevaron a ello. El objetivo es que cuando salgan de prisión se incorporen al Proyecto Hombre o, incluso, que cumplan la condena en Proyecto Hombre.
— Un trabajo, atisbo, inmenso
— Y muy exigente. Somos muy exigentes. De hecho hay muchas personas que dejan el tratamiento durante el proceso, pero tenemos claro que no podemos ni debemos engañar a la sociedad. Esto cuesta muchísimo dinero, hay mucha gente que colabora y no podemos pasar  la mano. Siempre pongo el mismo ejemplo. El de un colegio. Yo, como profesor, puedo aprobar a todo el mundo pero cuando llegue la selectividad o la universidad el alumno va a fracasar. Preferimos que haya gente que diga que esto es muy duro pero que, cuando salga, lo haga bien y preparado para enfrentarse a la sociedad.  
— Que es lo más importante.
— Y que lo haga en las mismas condiciones que cuando entró en Proyecto Hombre. Muchas veces nos dicen que busquemos trabajo, algo que ahora mismo, de cualquier modo, es difícil y decimos que no porque si quiere ser uno más en la sociedad se tiene que enfrentar a la misma en igualdad de condiciones que los demás. Incluso tiene más recursos porque durante un o dos años ha estado dedicado a él, a conocerse, a formarse, a relacionarse de forma distinta con la familia y la gente. Podemos hacerle currículum, enseñarle a presentarse en una entrevista de trabajo, pero no a buscarle trabajo porque eso va en contra de nuestra filosofía. El protagonista es la persona y esa persona tiene que confiar que tiene la capacidad de enfrentarse a la realidad.   
— ¿Cuál es la realidad económica de Proyecto Hombre?
— Inicialmente nos financiábamos a través de la Asociación de Amigos de Proyecto Hombre, el Ayuntamiento, la Diócesis y las campañas que realizábamos. Después, la Administración Pública asumió una parte importante y ahora estamos otra vez recuperando los socios y la implicación de la familia. Siempre hemos dicho que la aportación de la familia es voluntaria y anónima y ahora decimos que la familia debe de aportar con responsabilidad y solidaridad porque como la familia no aporte no vamos hacia adelante. Antes íbamos a la empresa, al amigo o a la Administración y ahora todas son puertas cerradas y son las familias las que tienen que moverse. Nadie se va a quedar sin tratamiento en Proyecto Hombre por falta de recursos económicos. Lo tengo clarísimo, pero al tiempo que nadie se queda sin tratamiento sí les pedimos y les obligamos a que se muevan. Esto es una ONG, pero no es gratis. Tiene muchísimos gastos para mantener el nivel y la calidad que queremos en el tratamiento. En su momento la Diócesis nos dio el local. Ahí en los inicios fue fundamental tanto el empuje de la Diócesis como del Ayuntamiento, pero el Ayuntamiento no da nada porque desde hace tres años no saca subvenciones y la Diócesis tampoco.   
— Y el Proyecto es necesario
— Más que antes. Ya le decía que la gente piensa que no hay tanto problema de problema de drogas y hay más que antes. De los atendidos la mitad son jóvenes, bien a través de Proyecto Joven, en protección de menores, o en reforma juvenil que son los menores que han delinquido y tienen problemas de drogas. Vamos a La Línea, Los Barrios, Chiclana, Cádiz y Jerez. Este problema que hace veinte años no existía, pero se va a mantener y se van a convertir, desgraciadamente, en adultos consumidores.
— Y la ludopatía que está ahí
—No tenemos datos. Tenemos ludópatas en tratamiento pero al centro lo identifican más con los toxicómanos. Siempre se depende del uso que se haga de una sustancia. El uso que se ha haga del coche o de las nuevas tecnologías que son la punta del iceberg. Es como la cocaína. Se sabía que había mucha en España, que se consumía pero la demanda de tratamiento era mínima. Con las nuevas tecnologías viene muy poca gente. Los jóvenes reconocen que abusan de internet, de las maquinitas, de los móviles. Esta población comenzará a llegar. Todavía no se le puede llamar adicción a las nuevas tecnologías porque se utiliza el término de uso, abuso, uso inadecuado. Tuvimos en 2004 el primer caso de una chica de 17 ó 18 años que estaba enganchada a los mensajes de móviles. Tuvimos que estudiar sobre el tema. es muy puntual todavía. De todas maneras incido en que nos movemos desde lo que nos molesta y un chaval que se pone en internet o con el móvil es un chollo para la familia.   
Se siente feliz “porque he tenido la oportunidad de estar en un familia que me ha dado unos recursos y hay gente que no tiene esa oportunidad”, pero preocupado porque “tenemos problemas económicos, ya que se aventura un 2013 y un 2014 muy duros en Andalucía para el proyecto asociativo” y también problemas de local “porque teníamos muchas expectativas puestas en un nuevo local, pero parece que no llega y nos tenemos que mover”.
 

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