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Lunes 11/11/2024
 

El Puerto

1928-2013

La dimisión en bloque de la junta gestora, desencadena una incertidumbre con un final que parece estar próximo.

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  • Tristeza. -

Silencio. Ni el ruido de otroras tardes de fútbol, pudieron ensombrecer la imagen sombría que recogió el estadio. Ni historias ni recuerdos ni vivencias pasadas sirvieron para amortiguar el mal trago pasado. El que ha estado durante cuatro décadas domingo tras domingo acompañando y dando sentido a su equipo, no pudo digerir la dura estampa que se dibujó a la conclusión de la asamblea. Desmotivado, apesadumbrado y lloroso no encontró las palabras de aliento de otras veces.

No había otras motivaciones a las que acogecerse para hacer frente. No valieron ya. Hace tiempo que ya no vale ninguna para levantar los ánimos.

Mutismo, miradas perdidas y vacío. Mucho vacío. Como aquel que pierde a un ser querido y no encuentra el consuelo necesario para pasar ese mal trago.

Caras serias, tristes y abatidas. El duro despertar de una ilusión que se ha ido labrando con el paso del tiempo y que a base de números y cifras, ha tumbado al Racing. Ése que pudo doblegar dictaduras, guerras civiles, golpes de Estados y marcadores labrados a fuego, se somete a las circunstancias que le ha llevado a padecer los sufrimientos en los que habita desde hace ya demasiado.

El hacer frente no ha hecho sino contrastar la dura realidad: una entidad abocada a un final desangelado y cruel. El indomable, el eterno e inmortal, recibió la puntilla. El halo de respiración se apaga.

Las dubitativas y nerviosas impresiones ante los números más fríos que nunca, no presagiaban un desenlace esperanzador. Nada lo es cuando en juego está un sentimiento y una vida que se escapa impotente entre los dedos.

El día a día ha servido para hacer el cuerpo ante un futuro marcado y señalado a fuego. Una cuenta atrás que se arrancó hace cuatro años. Tan patético como auténtico. La dimisión en bloque de la junta gestora marcó la jugada como el que tira la toalla en un combate que se sabe perdedor y que ante la adversidad y los acontecimientos escalonados que se han venido ofreciendo, se siente que ya no tiene ni fuerzas ni capacidad para seguir luchando.

La historia se acaba. Y sino termina, no finalizará nunca.

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