Tiene 18 años y vive en una nube desde la noche del miércoles, cuando tuvo lugar la elección de Salineras del Carmen y de la Sal. En esta edición se ha decidido volver a los orígenes y elegirlas en la final en vez de en el mismo acto de proclamación, por lo que se ahorra un mes de incertidumbre. No sólo ella, sino todas sus compañeras.
Su apellido no es nuevo en el ‘cargo’. Ya hubo una Salinera Mayor con ese apellido, que es familia, lo que para ella es una anécdota más que sumar a las muchas que va a acumular a lo largo del año que va desde su proclamación hasta que entregue el testigo a su sucesora.
“Se siente mucho orgullo por representar a San Fernando y a la mujer isleña y mucha responsabilidad, pero creo que con mis compañeras vamos a llevarlo de la mejor manera posible. Por lo que me han contado, es una experiencia inolvidable”.
Eso lo dice después de haber pasado esas dos o tres horas que dura el concurso, cuando la “incertidumbre” es la sensación predominante, aunque Nuria reconoce que “no se piensa en nada, sólo en quién va a ganar. Se pasa de todo pero no te das cuenta de nada”.
“No me lo esperaba”, dice al preguntarle por el momento en que dijeron su nombre. En realidad no se lo espera ninguna, porque ven a las “veinte compañeras, que todas tenían las mismas posibilidades... Ha habido mucho nivel”.
Acepta que a lo largo del año “habrá momento más buenos y más malos, pero que se disfruta muchísimo y no se olvida, pero es mucha responsabilidad” representar a la ciudad. Y eso que Nuria Otero, como otras muchas jóvenes de La Isla, es una candidata más a ser parte de esa juventud tan preparada en la que el país deposita su confianza, si es que están aquí cuando se les necesite.
Estudia Laboratorio y Diagnóstico Clínico, un ciclo superior que encontraría continuación en la propia ciudad si La Isla contara algún día con un hospital, pero que se encuentra con lo que ella reconoce como un hándicap, la dificultad para encontrar un trabajo en el que ejercer lo que ha estudiado.
Luego quiere estudiar Enfermería, que es lo que no pudo estudiar de principio y realiza un ciclo puente, aunque su ilusión es ser matrona. Todo ello suman seis años de estudio hasta llegar a realizar su “sueño”.
En otras cosas
No obstante, reconoce que a su edad todavía “no somos conscientes” de lo que se les viene encima, en gran medida porque están centrados en superar los estudios y formarse, incluido el aprendizaje de una segunda lengua, en este caso el inglés y el francés, aunque también quiere estudiar alemán, habida cuenta que Alemania parece ser el único país en Europa en el que encontrar un trabajo, estadísticas aparte.
Pero la nueva Salinera Mayor no sólo mira ese aspecto, sino que le gustó este país de centroeuropa, independientemente de que es consciente de que se trata de un idioma difícil para un latino y de que va a echar de menos el clima de San Fernando, en nada parecido al de ese país.
“Tenemos que acostumbrarnos” a vivir no sólo en un país extranjero, sino a adoptar las costumbres y la escala de varoles del anfitrión, de la misma forma que hay que adaptarse a los cambios normativos de la Educación en España, en los que ve cosas buenas y cosas malas en las reformas del ministro Wert, la Lomce.
Y como cualquier joven de 18 años, Nuria Otero le da su importancia al ocio, echa de menos cosas que no hay en San Fernando y que tienen que buscar fuerza y cree que la juventud sí propone ideas, otra cosa es que las escuchen. “Hay que irse a Cádiz o a Chiclana donde hay más ambiente para nuestra edad”, más que nada porque en La Isla hay establecimientos más restrictivos con la edad de admisión.
Así es, a grandes rasgos, la nueva Salinera Mayor, representante de la mujer isleña, lo que es ella con su edad y lo que será cuando la vida la curta con la experiencia y el conocimiento. Ahora está en ello, es el futuro de una sociedad que tiene derecho a hacer un paréntesis en pleno mes de julio.
En realidad, Nuria Otero es una más de esas cientos de jóvenes de San Fernando que en esta ocasión se presentó a un concurso que es parte de la tradición y de la cultura de los pueblos y salió elegida. Por ello quizá representa a todo un colectivo, por ser “una más” de ese colectivo. Nada más. Y nada menos.