Las 120 parejas de buitre negro (Aegypius monachus) registradas en el paraje natural de Sierra Pelada, que, con una extensión de 12.226 hectáreas, abarca los términos municipales onubenses de Almonaster la Real, Aroche, Cortegana y Rosal de la Frontera, constatan, como ha puesto de manifiesto la delegada territorial de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente, Carmen Lloret, la recuperación de esta ave "solitaria" en la provincia de Huelva.
Así, según los datos que maneja la Delegación del Gobierno de la Junta en Huelva, esta cifra supone el 38 por ciento de la población total existente en Andalucía, donde se localizaban, al cierre de 2012, hasta 320 parejas. Un censo que "duplica y casi triplica" a las 125 que sobrevolaban el conjunto de la comunidad autónoma en 2001, indica en una nota.
De esta manera, el programa de actuaciones para la Conservación del Buitre Negro en Andalucía, cofinanciado con fondos europeos y en el que colabora la Fundación Bios, ha rehecho por completo en Huelva un total de 16 nidos en Sierra Pelada --se estima que el 13 por ciento de las pérdidas de puestas se deben a la caída de nidos en mal estado-- e instalado otros 18 nidales artificiales en Sierra Pelada y La Contienda, una finca pública del término municipal de Aroche.
Con ello, en 2012 se censaron en estos espacios hasta 67 pollos volantones, "un nuevo hito histórico". En Andalucía volaron 188 crías de esta especie rapaz, ocho más que en 2011, cuando ya se logró establecer un récord desde que arrancara el plan en el año 2002.
De igual modo, el programa acomete también acciones como el suministro de alimentación suplementaria, trabaja de manera conjunta con la Estrategia Andaluza para el Control de Venenos y promueve la firma de convenios de colaboración con propietarios de fincas donde anidan buitres negros, con cazadores y ganaderos, cuya participación es esencial para el éxito de la iniciativa.
La reducción de molestias en las áreas de reproducción, el rescate de huevos, pollos huérfanos o abandonados y otros ejemplares recuperables y el marcaje de aves con emisores GPS para facilitar su seguimiento, así como la disminución del riesgo de colisión con tendidos eléctricos, completan las labores que se llevan a cabo en el hábitat del buitre negro.
Otra de las líneas del programa de actuaciones para la Conservación del Buitre Negro en Andalucía es la educación ambiental. En 2013 se ha desarrollado, por duodécimo año consecutivo, una campaña divulgativa en los centros de enseñanza de las localidades cercanas a las áreas de reproducción y alimentación de esta ave.
DE EN PELIGRO A VULNERABLE
Los resultados del programa, en palabras de la delegada territorial de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente, se manifiestan de un modo claro en la evolución de la catalogación de la especie, que ha pasado de la categoría "en peligro" a la de "vulnerable", según los criterios de la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), con "unos números que alejan al buitre negro del riesgo de desaparición en Huelva y en Andalucía". Lloret, en consecuencia, saluda la noticia, aunque, insiste, "no debemos bajar la guardia".
El buitre negro, una de las aves de mayor tamaño de España y Europa y cuya traducción de su nombre científico (Aegypius monachus) viene a situarlo como un ave solitaria o monje, se alimenta de carroña, sobre todo, de ganado ovino o caprino. Son monógamos, forman parejas estables que conviven muchos años, incluso toda la vida, anidan en árboles, en quercíneas y, en el caso de Sierra Pelada, pinos. La hembra sólo pone un huevo al año, la incubación dura 55 días y los padres alimentan y acompañan al pollo en todo momento hasta que puede emprender el vuelo.
Tras desaparecer de manera progresiva como nidificante en las provincias de Cádiz, Málaga y Granada a lo largo del siglo XX, en 2001 fue declarada especie en peligro en Andalucía al considerarse que quedaban menos de 250 individuos maduros.
En 2002, a raíz del brote de encefalopatía espongiforme bovina, la Unión Europea (UE) prohibió que se abandonaran en el campo las reses muertas o abatidas, con lo que se privaba al buitre negro de una de sus vías de alimentación. Unas adversidades que han venido a paliarse por el Programa de Actuaciones para la Conservación del Buitre Negro.