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Viernes 15/11/2024
 

Arcos

“El hombre propone y Dios dispone”

Después de once años, Antonio Castillo deja de ser párroco de San Francisco, dando paso a Manuel Rodríguez. Su experiencia vital entre los arcenses ha sido muy importante

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El próximo 20 de septiembre, Dios mediante, el que ha sido párroco hasta ahora de San Francisco se despedirá de su feligresía después de once años y dos meses al frente de la misma. Antonio Castillo Jurado, natural de Espera, tomará posesión el 22 de septiembre como nuevo párroco de Nuestra Señora de la O, en Chipiona, tras la decisión adoptada en el seno de la Diócesis, aunque él prefiera hablar de “los designios de Dios”.


Su experiencia ha sido positiva por cuanto ha servido a Dios -explica-, pero en el fondo sabe que también ha servido al hombre, o quizás sea lo mismo. Su contacto con los grupos parroquiales, con los consejos, el movimiento catecumenal, las hermandades... ha sido constante durante más de una década, tiempo en que, inevitablemente, ha convivido con el pueblo como un ciudadano más.


Antonio Castillo forma, así pues, parte ineludible del paisaje humano de la calle San Francisco, por donde ha bajado y subido diariamente para acudir al templo, a dar la bienvenida cristianamente a un nuevo ser, a despedir a un ser querido que se marchó para siempre o para las rutinarias misas de todas las tardes.
“Todo lo que significa encontrarse se lleva en el corazón. Los acontecimientos, las personas... siempre van en el corazón”, explica este veterano sacerdote, que lleva a gala haber cumplido con su responsabilidad y con los mandamientos de la Iglesia y de Dios.  Su vida se basa en los evangelios y en el perdón, porque en los primeros ha encontrado los valores que le han ayudado a vivir, y en el segundo el modo de reencontrarse con el prójimo y evitar el odio que a veces surge inexorablemente entre las personas como el verdadero demonio que enturbia la paz interior.
Este buen hombre asume el cambio con la lógica incertidumbre, pero también con la alegría de descubrir un nuevo mundo, aunque admita que la edad ya no le acompaña para andar de un sitio para otro. No obstante, sonríe cuando dice que Chipiona es más llano que Arcos... En ello está ahora precisamente, en descubrir los entresijos de una parroquia que apenas conoce, no así el famoso santuario de Nuestra Señora de Regla, donde ha celebrado varios actos como sacerdote o acompañando a alguna excursión.


El experimentado cura deja ahora al frente de la nave a Manuel Rodríguez Salas, que ese mismo día 11 tomará posesión como nuevo párroco de San Francisco, quedando también nombrado Salvador Pedro Marín Badillo como vicario parroquial.
La Iglesia es aquí una metáfora de la vida. Igual que cualquier tipo de trabajador, los sacerdotes están predestinados a predicar en un sitio u otro en función a las necesidades, a cambiar de destino, de ambiente, de amigos y compañeros... La vida es así, aunque los decretos no los firme Dios, sino el hombre.


“Cuando uno está ausente es cuando más aflora su recuerdo. Cuando alguien muere es cuando más se le echa de menos”, explica Antonio Castillo, quien no quiere dejar Arcos sin antes pedir perdón a todas las personas a las que, sin querer, haya podido infringir algún daño o no haya podido atender como se merecen, pero en ocasiones las responsabilidades que le embargan así lo ha provocado. Pedir perdón, y él lo hace visiblemente de corazón, es de las mejores cosas que puede hacer el ser humano por mucho trabajo que cueste. Sin embargo, para los arcenses de bien siempre quedará en su recuerdo este cura buena gente con el que se puede hablar no sólo de Dios y sus cosas, sino de fútbol, fiestas, costumbres y otros temas recurrentes.


Quienes lo han conocido de cerca y tratado de tú a tú, saben que Antonio Castillo es por encima de todo un buen hombre, tan sencillo como cercano. También nos consta que ha sido vilipendiado en más de una ocasión, incluso criticado por algún insensato que esperaba de él la santidad, cuando en realidad santo no hay nadie. Quedémosnos con la palabra de Cristo, que solía decir aquello de que “quien esté libre de pecado que tire la primera piedra”. Nosotros, como buen pecador, tiramos aquí nuestra particular chinita.


Suerte al amigo Antonio Castillo Jurado, allá donde Dios o el hombre le envíen.

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