El 20 de julio de 1936 una columna de mineros procedentes de Huelva se dirigían a Sevilla para combatir al general Queipo de Llano, sublevado contra la República en Sevilla, cuando fueron víctimas de una emboscada en Camas en la que muchos murieron, mientras otros fueron apresados y fusilados en la capital.
Más de 77 años después, un grupo de arqueólogos se afana por localizar la fosa de Camas donde fueron enterrados los nueve mineros muertos a consecuencia de la explosión de algunos de los camiones de dinamita que transportaban hacia Sevilla para hacer frente a las fuerzas sublevadas, aunque por el momento los dos meses de trabajo de campo no han dado sus frutos.
Sin embargo, sí han aparecido los restos de otras cinco personas con evidencias de haber sido fusiladas y enterradas en una fosa del antiguo cementerio camero, víctimas de la represión franquista en la zona, que se dio principalmente desde ese día hasta finales de 1936.
Entre estos cinco cuerpos se encuentra el de un joven de 17 años y evidencias claras de que fueron apresados y fusilados, como peines, espejos o un proyectil de un fusil Mauser junto a uno de los cuerpos, que además estaba boca abajo.
En el antiguo cementerio de Camas, ahora convertido en una pista de educación vial para niños, se han hecho catas de terreno en varias zonas, empezando por la que marcaban las investigaciones documentales y los testimonios de familiares, y siguiendo por otras cercanas, aunque por el momento no hay rastro de los cuerpos de los nueve mineros, ha explicado el director del grupo arqueológico que está desarrollando las excavaciones, Andrés Fernández.
Los trabajos van a continuar hasta llegar al final, de momento unos quince días más, pero con la idea de encontrar "todo lo que pueda haber", según la concejal de Cultura, Eva Pérez.
La investigación marca tres momentos clave de los enterramientos en el cementerio: los nueve mineros muertos como consecuencia de la explosión del 20 de julio, otro grupo de ellos fusilado a finales de agosto y los muertos por la represión franquista.
Estos mineros formaban parte de la llamada "columna minera de Riotinto", combatientes voluntarios que partieron de las cuencas mineras onubenses para llevar a Sevilla camiones de dinamita que buscaban sofocar la sublevación militar.
Eran varios centenares de mineros que tenían previsto unirse a lo largo del camino con más de un centenar de guardias civiles, pero la traición del comandante Gregorio Haro Lumbreras, que se unió a los sublevados, supuso una emboscada en Camas en la que murieron una veintena de ellos por una explosión de la dinamita -sólo se recuperaron nueve cuerpos- y otros 69 fueron apresados, mientras que otra parte de la columna pudo huir a pie.
Estos nueve cuerpos fueron enterrados en el cementerio de Camas, mientras que el resto fueron juzgados en Sevilla en un consejo de guerra y todos ellos, menos un menor de edad, fueron condenados a muerte y fusilados días después de madrugada en lugares representativos de la resistencia de izquierda.
La búsqueda de la fosa donde se depositaron los cuerpos para su exhumación es la tarea de un grupo que comenzó sus investigaciones en mayo y que, con el apoyo de la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento, pretende seguir adelante hasta lograr el objetivo.
Son más de seiscientas fosas "por exhumar" y unas 50.000 personas "en tierras, campos y cunetas", con una "dimensión brutal del genocidio", principalmente en Andalucía Occidental durante el golpe de los sublevados, según ha explicado Luis Naranjo, director general de Memoria Democrática de la Junta.