El 11 de marzo estará marcado para siempre en negro en el calendario de una España que ese día de 2004 sufrió el mayor atentado de su historia. Para su décimo aniversario, la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) organizó concentraciones silenciosas en 20 ciudades españolas, entre las que se encontraba Huelva, que, por dejadez, despiste o estrategia, acabó haciendo el ridículo institucional.
Lo que debía haber sido un acto para que los representantes sociales se unieran en honor a las víctimas de la barbarie, se acabó convirtiendo en un homenaje sesgado; en una foto de afines. Miembros de la AVT, representantes del equipo de Gobierno municipal del PP, Enrique Pérez Viguera, subdelegado del Gobierno en Huelva (PP), Manuel Andrés González, presidente del PP de Huelva, y representantes de UPyD. Nadie más en la foto.
Guadalupe Sánchez Polo, delegada en Huelva y Cádiz de la AVT, preguntada por Viva Huelva por la ausencia de los representantes municipales de PSOE e IU, se mostró cortante y ofensivamente a la defensiva: “¿A dónde quieres llegar?”, respondió de inmediato. A la segunda, argumentó que “no habrán estado porque no habrán podido” y explicó que su colectivo había invitado al Ayuntamiento al acto, y era la institución municipal la encargada del protocolo. Posteriormente, acusó a este medio de “querer politizar” el acto y “no preguntar por las víctimas”, algo que este medio tenía previsto hasta que Guadalupe Sánchez cortó tajantemente la comunicación.
Por su parte, desde el Ayuntamiento defendieron que “hemos avisado a los distintos portavoces”. Cierto que avisaron, pero cierto también que lo hicieron 15 minutos antes del inicio del acto.
A este respecto, desde IU se mandó un comunicado explicando que sus concejales fueron avisados a las 11.15, y “se encontraban, por motivos de agenda, en una reunión en Sevilla, por lo que les fue imposible participar en esta concentración”. Con el portavoz del grupo municipal socialista, Gabriel Cruz, mismo ‘modus operandi’. En una rueda de prensa anterior, Cruz recordó a las víctimas “de una barbarie sin sentido”, y mostró su “dolor y rechazo con unos hechos que denigran la condición humana”. La selectiva concentración se celebró, se guardó un minuto de silencio, se leyó un manifiesto y se abrió un nuevo capítulo del esperpento de las siglas, que ha quedado patente cuando ni para recordar a las víctimas del 11M se ha querido y/o podido una fotografía común.