Cinco años después del último atentado mortal en España, ETA no se ha desviado del camino que inició hace casi tres años con la declaración del cese de su actividad armada y ha ido dando pasos con un objetivo: lograr ser un actor más en la senda política de la izquierda abertzale y ayudarla a que sume votos.
"La partida se juega en el campo político", aseguran a Efe fuentes de la lucha antiterrorista, que analizan los movimientos de la banda desde que el 30 de julio de 2009 la explosión de una bomba lapa adosada a su automóvil causara la muerte a dos guardias civiles, Carlos Saenz de Tejada y Diego Salvá, en la localidad mallorquina de Palmanova, en el municipio de Calviá.
Estas fuentes ven en el último comunicado de la banda -hecho público el 20 de este mes- la constatación de que ETA ha entrado en precampaña para que las formaciones abertzales arañen al PNV el mayor número de sufragios en la cita de las elecciones municipales de mayo del próximo año.
Tal y como la propia ETA ha definido, la organización está realizando "el tránsito del ciclo de la confrontación armada a la confrontación democrática". Es decir, ser un agente político en el proceso abierto en octubre de 2011.
"ETA hace política pero no es el principal actor. Es la izquierda abertzale. El papel de la banda es ayudar a que ésta gane votos", sentencian las fuentes, que colocan al exportavoz de Batasuna Arnaldo Otegi como una pieza fundamental, toda vez que fue él quien desde el primer momento defendió la alternativa política y pidió disculpas a las víctimas de la banda.
"No pueden darle la espalda", opinan las fuentes consultadas, antes de recordar que el líder abertzale saldrá de la cárcel en fechas próximas a las elecciones municipales, lo que podría aupar aún más su figura y ser un reclamo en las urnas.
Aunque apenas quedan grietas por las que puedan colarse los pocos que siguen apostando por la lucha armada, como IBIL (alrededor de medio centenar), la izquierda abertzale quiere taponarlas, consciente de que una resurrección de la banda echaría por tierra sus victorias políticas, tanto en el ámbito vasco como en el nacional.
En este puzzle maltrecho en el que se ha convertido ETA, los contactos para intentar concentrar todos los esfuerzos de la vía política se llevan a cabo permanente entre expresos de la banda, la izquierda abertzale y emisarios de la organización terrorista.
Una organización muy tocada, derrotada por las fuerzas de seguridad y que sigue viva con tan solo una docena de miembros relevantes, instalados en Francia y encabezados aún por José Antonio Urrutikoetxea, "Josu Ternera"; Iratxe Sorzabal y David Pla, en un comité ejecutivo que apuesta por la vía política.
Nadie duda ya de que el cese de la violencia es un camino de no retorno, aunque la afirmación del último comunicado de que ETA ha desmantelado sus estructuras logísticas y operativas derivadas de la lucha armada no ha despejado aún la incógnita de si procederá a una entrega de las armas con luz y taquígrafos.
Después del "paripé" del pasado mes de febrero protagonizado por tres encapuchados ante representantes de la denominada Comisión Internacional de Verificación encabezada por Ram Manikkalingam, ETA podría estar preparando un gesto más creíble.
Según las fuentes, una de las opciones que baraja y que haría más verosímil ese movimiento, es acudir a un observador francés, como podría ser alguna institución del país galo, para que "toque y palpe" las armas a entregar que, en cualquier caso, no serían todas.
Y en esa ruta, las "chinas" que molestan a ETA en sus zapatos siguen siendo sus presos, que han asumido ya que no habrá decisiones colectivas como excarcelaciones masivas, sino medidas individuales, porque el Gobierno no moverá un dedo para cambiar la política penitenciaria, salvo que la banda se disuelva, como no se cansa de repetir el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz.
Como tampoco aceptaría el Ejecutivo la "internacionalización" del conflicto y una solución similar a la que se dio en Irlanda con el IRA.