Y no se trata de una inversión precisamente baladí, ya que el aeródromo debe representar ese impulso de desarrollo turístico que necesita la provincia para poder dar la vuelta a la actual situación de crisis, ya que no conviene olvidar que, al margen del posible impulso industrial que pueda surgir en un futuro más o menos breve, la economía de toda la provincia debe seguir sentada en una oferta turística de calidad. Por eso, toda esta apuesta del Gobierno debe ser recibida con más que satisfacción, aunque de forma paralela también se deba reclamar, por una parte, un impulso para que el aeropuerto vuelva a recobrar los vuelos que ha ido perdiendo en los últimos meses por culpa del precio del petróleo y de la crisis económica, así como, por otro lado, se debe exigir a la propia sociedad gaditana que haga un nuevo esfuerzo para potenciar y afirmar esta alternativa turística, ya que sólo con un trabajo conjunto entre las administraciones y la empresa privada se podrá consolidar una oferta atractiva que vuelva a situar a la provincia como uno de los principales objetivos del turismo internacional.
Y aunque hay quien cree que estas inversiones pueden llegar tarde, por lo malos resultados que está arrastrando el aeropuerto este año por culpa de la crisis, conviene recordar que ningún periodo de inestabilidad económica es eterno y que cuando esta situación empiece a cambiar lo que la provincia necesitará es estar perfectamente preparada para ser lo más competitiva posible con respecto a sus rivales. Y esta nueva oleada de inversiones en el aeropuerto es el mejor camino para lograr esa posición de privilegio que necesita la provincia.