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India, la mayor democracia del mundo, registra una violación cada 22 minutos

Más de 33.000 violaciones anuales revelan la cultura de abusos que azota a esta potencia emergente

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Cada 22 minutos se denuncia una violación en India, donde las cifras de abusos sexuales contra las mujeres se ha disparado un 1.250 por ciento en los últimos 40 años hasta 2013, año que ha registrado, de largo, el mayor número de casos "oficiales": 33.707. No obstante, y si se atiende a una encuesta internacional de igualdad de género, donde una cuarta parte de indios consultados admite haber cometido al menos un acto de violencia sexual, la cifra podría ser entre 50 y 200 veces mayor.

   Varios factores han convertido a la violación en una idiosincrasia más de India, una potencia emergente inmersa en el mayor éxodo rural de su historia y cuyo progreso a marchas forzadas ha modernizado la cultura de los abusos sexuales al derribar el sistema histórico de castas --aunque los ataques más habituales sigan siendo perpetrados contra las mujeres 'dalit', de estratos más bajos, distinguidos por su extrema brutalidad-- y acercar la sexualidad urbana al campo, más tradicionalista.

   La reacción de las autoridades ha sido fulminante: la instauración de la pena de muerte contra violadores reincidentes, una polémica decisión que ha incomodado tanto a algunos activistas por los derechos de la mujer --más favorables a la reintegración social que al ajusticiamiento-- como a un determinado sector político que, sin defender explícitamente los actos de los violadores, sí que minimizan los efectos de su delito.

   En lo que coinciden todos es en el momento y el lugar en el que el conocimiento de la cultura de la violación en India traspasó las fronteras del país y se convirtió en un motivo de condena internacional: la salvaje violación en grupo y asesinato de una estudiante de medicina de 23 años en un autobús de Nueva Delhi, quien se convirtió en un símbolo de un problema acuciante para la mayor democracia del mundo.

'NIRBHAYA'

   Los nombres de las víctimas de violación no se hacen públicos en India. Son conocidas bajo la misma denominación oficial, 'Nirbaya' ('Sin temor'). La más conocida de todas es la joven estudiante asesinada en Nueva Delhi. Un grupo de seis hombres les asaltó a ella y su acompañante en el autobús en el que viajaban en diciembre de 2013. La joven recibió una paliza con la misma barra de acero con la que fue violada después.

   Durante diez días, la joven agonizó en el hospital de Delhi, mientras miles de personas se manifestaban en las calles de India pidiendo a la Justicia que actuase contra los agresores sexuales. La estudiante pudo testificar antes de ser trasladada al hospital de Singapur tras empeorar su situación --fue sometida a tres operaciones y le fue extirpado parte del intestino delgado--. Murió tres días después.

   Un tribunal condenó inicialmente a muerte a cuatro de los responsables de la violación, mientras que una quinta persona, menor de edad en el momento del suceso, se encuentra cumpliendo una pena de cárcel de tres años. Sin embargo, en julio, el Tribunal Supremo indio suspendió la pena de muerte impuesta a dos de los condenados.

El término 'Nirbhaya' es un arma de doble filo. "La razón por la que se emplea es para preservar su dignidad femenina", explica Jacqueline Bhabha, integrante del programa de Violencia de Género de la Universidad de Harvard. "Si le arrojas ácido a la cara, o le propinas una paliza, puedes usar su nombre, pero en los casos de violación es como si la invasión de su vagina necesitara del escudo del anonimato; como si la vergüenza de la violación contaminara su memoria", añade en la 'Harvard Gazette'.

   Algunos políticos ponen más énfasis en el daño a la dignidad más que en la violencia del hecho en sí. "Es como si la mayor víctima no hubiera sido tanto la mujer, como su pureza", lamenta Bhabha. La investigadora, no obstante, considera la situación deriva de "un amplio espectro de factores que deben cambiar", comenzando por la noción fundamental de 'género' y de la posición de la mujer en la sociedad, "ideas muy básicas que en principio han sido aceptadas desde la redacción de la Constitución, pero que en realidad nunca han sido puestas en práctica".

CAMBIO SOCIAL

   "Ahora mismo", explica la periodista Anjani Trivedi, "existen en India enormes centros comerciales al lado de campos de maíz; llega una mujer a un bar, se pide un mojito, y la atiende un camarero que jamás ha visto a una chica que no sea su madre o su hermana". Trivedi lamenta en estos términos cómo el vertiginoso desarrollo económico de India ha desarraigado de sus nociones sociales a cientos de miles de jóvenes.

   Bombay se ha convertido en una urbe descoyuntada donde las chabolas conviven con los rascacielos. "Cada joven de este vecindario mira al cielo y dice 'Algún día tendré un piso en ese edificio'", explica al 'New York Times' un vecino de tres acusados de violar a una reportera en octubre de 2013.

   A través del deseo de progresar por encima de su estrato social, los jóvenes incurren en una espiral de delitos que degeneran en la violación, que tienen interiorizada como un crimen de escasa repercusión. En concreto, los acusados de la violación de la periodista habían cometido hasta cinco actos idénticos en la misma zona. Es una manifestación del fracaso radical del compromiso cívico en el país. Los violadores de Nueva Delhi "vivían en un entorno brutal", añade Bahbha, "y estar expuesto desde el principio a la violencia no contribuye a personalizar a las mujeres; esto no es una forma de justificar la violencia: es una llamada a la acción".

CASTAS Y DEMOGRAFÍA

   Según el informe de la Oficina de Estadística Criminal, cada día cuatro mujeres 'dalit' son violadas y dos asesinadas. Un 67 por ciento de ellas se han enfrentado a algún tipo de episodio de violencia sexual a lo largo de sus vidas.

   Y cuando cae sobre ellas la violencia, el trato que reciben es especialmente denigrante: en el estado de Uttar Pradesh, un 90 por ciento de las víctimas de violación son 'dalit', entre ellas dos niñas de 14 y 15 años fueron violadas y asesinadas por un grupo de hombres que procedieron a colgar sus cadáveres de un árbol. Su familia se negó a descolgarlas hasta que los agentes encontraran a los asesinos y denunció a los investigadores por ignorar la primera petición de ayuda.

   Otra complicación es la desproporción de género. Según los datos del censo, viven en India 37 millones de hombres más que de mujeres. En particular, sobre el sector demográfico que más violaciones comete, de entre 17-35 años, hay 17 millones de hombres más.

   Y finalmente, está el fracaso de las políticas de educación, en particular del llamado Programa Escolar de Educación Adolescente, creado en 1999, y que tardó seis años en entrar en práctica, fue rechazado por numerosos estados, es parco en términos como "relaciones sexuales" y es más una celebración de la abstinencia que no tiene en cuenta la realidad social de India, donde muchos padres consideran que la educación sexual va contra la cultura nacional.

PENA DE MUERTE

   "Los chicos son así, y a veces cometen errores", se justificó el ministro principal de Uttar Pradesh, Mulayam Singh Yadhav, en referencia a la violación y asesinato de los dos menores. Yedhav anunció su intención de eliminar la pena de muerte para violadores reincidentes, instaurada tras la violación de la joven de Nueva Delhi.

   En una entrevista posterior concedida al 'Wall Street Journal', negó que las 'dalit' fueran un objetivo específico de la violencia en su estado. Otro miembro de su partido, Abu Azmi, llegó a declarar al diario local 'Mid-Day' que "si una chica sale con otro chico sin consentimiento previo, hay que ahorcar a los dos".

   "La pena de muerte", explica Bahba, "no soluciona el problema porque es una venganza pírrica y satisface únicamente un deseo de venganza bíblica" en un momento "donde se necesitan solo dos cosas: pensamiento racional y conciencia de país".

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