Todo sigue igual por el Nervión europeo. Victoria, sonrisas y opciones reales de volver a hacer un gran torneo.
Con muchas caras nuevas se plantó el campeón en su primer envite europeo. Un once en el que destacó de nuevo la incursión del meta Sergio Rico y el estreno oficial del defensor francés Kolo. Por su parte, M’Bia volvió a pisar el Pizjuán y Deulofeu, Reyes y Banega fueron titulares.
Y no pudo arrancar mejor el duelo ante el histórico Feyenoord. Corría el minuto 7 cuando una falta lateral botada por el propio Deulofeu fue rematada en el segundo palo por el polaco Krychowiak. El Sevilla salió como un relámpago y encontró el premio a las primeras de cambio.
De inicio, todo controlado. La presencia holandesa en ataque era meramente testimonial y el Sevilla poseía la batuta del encuentro, con un Deulofeu que marcaba la chispa atacante de los de Nervión y con un Krychowiak y M’Bia en la medular inconmensurables.
Asustó el Feyenoord en el 23 con una internada de Manu que no remató de milagro Toornstra. El Sevilla parecía diluir su presión con el paso de los minutos, aunque lo holandeses tenían muy pocas armas que mostrar. Y menos cuando en el 30 otra vez la misma. Falta lateral, ésta más alejada, que bota Deulofeu y M’Bia voló por el aire para rematar con la testa al fondo de las mallas. El partido ya sólo tenía un único color.
Aún así, los visitantes intentaron reaccionar con rapidez y sólo tres minutos después Toornstra se topó con el palo en un lanzamiento de falta que estuvo muy cerca de sorprender a Sergio Rico. Al poco la intentó un activo Reyes, aunque estaba en posición antirreglamentaria. En líneas generales, el choque caminaba según el ritmo que marcaban los de Emery.
Arrancaría el segundo tiempo con una clara ocasión para los nervionenses que dispuso Bacca en sus botas tras asistencia de Reyes, pero el meta rival estuvo acertado. Seguidamente, Reyes protagonizó quizás la más clara del encuentro. Con el meta batido, el utrerano mandó el cuero por encima del larguero. Rozó el tercero y, seguramente, la sentencia.
El duelo apenas tuvo historia en los segundos 45 minutos, más que la que el propio Sevilla quiso narrar a su libre antojo. Incluso pudo golear a los tulipanes con llegadas de verdadero peligro, como la protagonizada por Iago Aspas a falta de diez minutos para el final en un mano a mano frente a Vermeer en el que quiso colársela con una delicada vaselina, pero el meta holandés le terminaría acertando sus intenciones.
Mientras tanto, Deulofeu continuaba con sus diabluras a base de bicicletas, dejando a las claras que sino fuera tan individualista, lógicamente, no estaría este año vistiendo la casaca de los de Nervión. En definitiva, buen arranque europeo, con una victoria solvente ante un flojo rival.
Y ahora a pensar en la Liga y en el Córdoba, donde se ha encaminado de fábula en su inicio con el fin de agradar al sevillismo y sin dejar de pensar que en Europa los sueños se pueden llegar a cumplir.