La educación es fundamental para poder realizarnos personalmente y estar presentes, como entidad cultural, en un mundo cada vez más globalizado. Nuestros actuales gobernantes deberían tener claro que las bases de esa educación son la cultura, el arte, en general, y la música, en particular.
La renuncia de Jordi Savall al Premio Nacional de Música, otorgado por el Ministerio de Cultura, no es más que un ejercicio de honradez y valentía. Una prueba de la honorabilidad de este músico, que al renunciar a este premio también lo hace a su dotación, 30.000 euros, que en los tiempos de corren no es una forma de proceder baladí. Colita se une a Savall, al renunciar ésta al Premio Nacional de Fotografía, hace pocas fechas, también en señal de protesta contra la política del Ministerio.
Ya en 2012, el escritor Javier Marías rechazó el Nacional de Narrativa y en 2010 Santiago Sierra hizo lo mismo por el Nacional de Artes Plásticas. Otro referente en la vida musical española, el compositor catalán Josep Soler, rechazó el año pasado la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, que otorga el Gobierno español, en señal de protesta contra la “nefasta política” del gobierno español en materia cultural y educativa.
Savall, en la misiva que envió al ministro Wert para comunicarle su decisión, entre cosas, deja claro su profundo desacuerdo con las políticas en materia de cultura que lleva a cabo su Ministerio en los últimos años y que son la única razón para la renuncia al galardón y no, como algunos han querido dar a entender, por otras razones relacionadas con la actual situación política en Cataluña y por asociarlo al claro apoyo, manifestado por Savall repetidas veces, al derecho de los catalanes de votar en el polémico referéndum independentista catalán.
Colita, por su parte, también ha utilizado la vía de una carta abierta a José Ignacio Wert, en este caso más breve pero igualmente elocuente.
“Manifestarle, Sr. Wert, que proviniendo dicho premio Nacional de Fotografía del Ministerio de Cultura, Educación y Deportes, me veo en la obligación de rechazarlo. Ignoro donde reside este Ministerio, e incluso si existe como tal. En cualquier caso, yo no lo conozco. La situación de la cultura y la educación en España, cómo expresarlo, es de pena, vergüenza y dolor de corazón. No es posible que exista dicho ministerio. Es una quimera. Habrá que esperar con ilusión, otros tiempos, otras gentes, otros gobiernos, que nos devuelvan a nosotros el orgullo y a ellos el honor”.
No sólo es el desproporcionado incremento del IVA o la reducción, drástica y salvaje, de las ayudas y subvenciones, lo que habría que denunciar. Es la actitud de un gobierno que, sistemáticamente, ningunea todo lo que tenga que ver con la cultura y la educación, dejando a su suerte a la gran mayoría de los artistas, creadores y educadores de este país.
Que una compañía de teatro haya tenido la idea de “regalar” entradas a su espectáculo por la compra de una revista pornográfica es una prueba elocuente, al mismo tiempo que muy triste, de a qué tipo de actividades protege y ayuda nuestro gobierno. El IVA de una entrada a un espectáculo cultural en España es del 21%, mientras el reparto de revistas pornográficas disfruta de un tipo superreducido del 4%.
Nuestro políticos deberían hacer caso a Dostoyevski, que hace muchos años aseguró que “la Belleza salvará al mundo, pero para ello es necesario poder vivir con dignidad y tener acceso a la educación y a la cultura”.