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Arcos

“La verdadera poesía está en la infancia y mi infancia está en Arcos”

Antonio Alpresa es hijo de un talabartero que tenía su negocio allá abajo, junto al bar de \"Camachito\". Antonio Apresa es un poeta de Arcos que de vez en cuando aparece por Arcos, por su pueblo, con la excusa de asistir a algún acto literario...

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  • Antonio Alpresa. -

Es hijo de un talabartero que tenía su negocio allá abajo, junto al bar de "Camachito". Antonio Apresa es un poeta de Arcos que de vez en cuando aparece por Arcos, por su pueblo, con la excusa de asistir a algún acto literario. Pero no nos engaña: sabemos que a lo que realmente viene es a buscar su infancia, a recrear su infancia en los muros del colegio La Salle, donde brilló como excelente futbolista, o a verse de nuevo niño en los extramuros de Moreno de Mora, que es como se llamaba entonces a la zona donde hoy están las calles Pedro Antonio de Alarcón, Alejandro Casona y otras.


Antonio sigue siendo un excelente deportista, disciplina en la que ha aprendido que en poesía se es siempre un corredor solitario por muy acompañado que uno esté de lecturas y compañeros de letras. Sabe que descansar es también crear y por eso no se obliga a escribir versos cuando no hay nada que decir, que es la mitad de las veces.


Su poesía, y ofrecemos aquí una breve muestra, es simple -en el sentido noble de la palabra-, sin aditivos ni componentes innecesarios. Escribe de su infancia, que es su patria perdida. O sea, que escribe de nosotros, de nuestro pueblo.  

—Vive usted en Jerez pero es arcense de infancia, que es donde se forja el verdadero ser humano. ¿Nos habla de su infancia en Arcos, de sus recuerdos…?
—Nací en la calle Magdalena Amaya nº 3 .El primer recuerdo de mi vida es en esa casa  atado a un  limonero gateando detrás de un gato color ceniza. Cómo no evocar mis años de alumno en La Salle, sus olimpiadas escolares, los campeonatos de fútbol, incluso las horas de clase donde a pesar de algún palmetazo que otro empecé a descubrir  el lenguaje de los versos. Los veranos en el taller de guarnicionera con mi padre y sus hermanos aprendiendo el oficio.  Un poco más tarde los veranos en Santa Lucía aprendiendo el oficio administrativo y deseando que llegaran las tres para el refresco en lo de "Antonio Oca", donde un joven Antonio Murciano iba a tomarse su copa de fino,  y que yo cuando él hablaba  escuchaba  sin pestañear.


—Es usted poeta inédito. Aún no ha recogido en libro sus poemas. Pero sabemos que eso se va a arreglar pronto porque ya tiene prácticamente en imprenta su primer poemario. No hace falta decir que en él estará Arcos. ¿Cómo es su poesía?
—Si todo va tal como deseamos saldrá en primavera. Sí,  la verdadera poesía está en la infancia y mi infancia está en Arcos. Arcos late en cada página del libro. Es difícil definirse a sí mismo, pero hablaré de lo que trato que sea mi poética: concisa, clara, natural y sincera, no sé si alguna vez lo lograré, pero vivo y escribo con ese deseo.


—Su libro saldrá al cuidado del poeta jerezano José Mateos, en su colección "Canto y cuento". Es usted alumno en los cursos de animación a la lectura que el mismo imparte en su ciudad. ¿Se aprende mucho allí?
—Comencé en la Fundación Caballero Bonald con talleres impartidos por Josefa Parra, Ricardo Rodríguez y poco después con José Mateos. Es un privilegio encontrar grandes poetas y mejores personas, dispuestas a enseñarte los entresijos de este maravilloso oficio. Creo que estos talleres empiezan, pero si amas de verdad este oficio no acaban nunca. José con sus sabios consejos y su colección "Canto y cuento "realiza una labor impagable hacia y para la literatura.


—Viene usted por Arcos con frecuencia. Cualquier excusa es buena: la presentación de las obras completas de Julio Mariscal, la inauguración del Rincón de los Poetas y Escritores, o simplemente a ver a los poetas locales. ¿Necesita usted volver a sus raíces? ¿Se busca entre los muros de nuestro pueblo?
—Sí, intento estar en todos los actos literarios que se celebran en el pueblo. En el  penúltimo  acto  las obras completas de Julio Mariscal, no me agradó la poca afluencia de público, en Jerez lugar donde se venera la obra de  Julio hubo más asistentes que en su propia casa. Es una verdadera  pena. Necesito volver sobre los pasos de mis ancestros, escuchar de algún amigo o conocido  un poco más de sus vidas. Me busco entre los muros, las calles, los bancos del paseo, las iglesias del pueblo, nadie me conoce mejor, nos conoce mejor, que  los lugares donde estuvimos: jugando, amando, llorando, soñando.


—¿Cuáles son los poetas que más relee, los que más le han marcado?
—Juan Ramón, Machado, Bécquer, José Mateos, Pedro Sevilla, Ricardo Rodríguez, Raúl Pizarro, Josefa Parra, Pilar Pardo, Amalia Bautista, pero los que más me han marcado y siguen marcándome: Julio Mariscal, Juan Gil-Albert, y Joan Margarit.


—He aquí una pequeña muestra de la obra de este autor. Su poema El otro dice: “Apenas te conozco, pero sé  tanto/ de ti que te sorprendes/  cuando te hablo./ Sólo basta mirar/  por detrás de tus párpados,/ para verme a mí mismo. Su poema El balón dice: “Regresaba  corriendo de la calle/ con un sueño deshecho entre mis manos, y mi padre,  puntada tras puntada ,/ en el viejo balón de reglamento/  recomponía mi mundo de centros y regates. Por pespuntes ocultos/ el ayer y el presente se entrelazan,/ cuando  me traes entre tus manos tristes/  un trozo de tu mundo descosido”. El autor, por último, nos regala el poema La casita de chocolate: “Tras la viscosa huella de un caracol  me adentro/ en mi bosque soñado./  Al fondo del camino una casita/   de chocolate exhala el vaho de una quimera./  Llegar hasta la casa entre los árboles/ que enredan el acceso sin perderse,/aún conociendo el cuento, es siempre una aventura./  Nunca sabes quién vive detrás de una sonrisa./ Apenas te conozco, pero sé/   tanto/ de ti que te sorprendes/ cuando te hablo./ Sólo basta mirar/  por detrás de tus párpados,/ para verme a mí mismo”.

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