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Martes 12/11/2024
 
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Sevilla

El colapso sanitario

Díaz dijo hace un año que su Gobierno no estaba ciego ante el problema de las Urgencias, anunció que contrataría a los que fuera necesario y fue ella misma a verlas

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  • Hospital Virgen Macarena -

La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, intervino la semana pasada en un desayuno-coloquio del diario Sur, que aprovechó para defender la gestión de su Gobierno en la crisis de los Servicios de Urgencias que han sufrido y aún sufren desde la entrada del nuevo año especialmente los tres grandes hospitales de Sevilla capital -Virgen del Rocío, Macarena y Valme- y alguno de la provincia como el de Osuna.

Susana Díaz y la Junta vienen sosteniendo que en Andalucía se gobierna de otra manera, sin recortes en servicios básicos como la educación y la sanidad, cuando la plantilla de médicos de la salud pública se ha reducido entre 7.000 y 8.000 profesionales en estos años, una mengua equivalente a todo el Virgen del Rocío y que ha quedado en evidencia con el colapso de las Urgencias hospitalarias.

En Málaga, la presidenta insistió en ese mismo mensaje de la supuesta apuesta de la Junta por la sanidad pública, a la que calificó como “la parte más determinante del Estado del Bienestar porque es un servicio que, a diferencia de la educación, necesitaremos toda la vida”. Según Díaz, su Gobierno había sabido reaccionar al problema de las Urgencias realizando más de 300 contrataciones en cuatro días.

La cuestión no es la reacción, sino la imprevisión. Una reacción puede justificarse políticamente si se trata de una respuesta rápida un problema imprevisible, como habría sido, por ejemplo, un terremoto, hoy por hoy indetectable para los científicos. Pero gobernar no es reaccionar, sino prever, planificar, anticiparse y actuar.

Efectos previsibles
Y la realidad en los hospitales sevillanos ha dejado en evidencia la falta de previsión de la Junta de Andalucía en una situación de efectos previsibles, cual ha sido la intensa ola de frío con que el invierno ha presentado su tarjeta de visita desde que hizo su entrada oficial el 22 de diciembre pasados tres minutos desde la medianoche.

La Agencia Estatal de Meteorología y los meteorólogos de los telediarios que se guían por sus datos realizan pronósticos hasta a siete días vista; desde la llegada del invierno anunciaban para Andalucía mínimas muy bajas (se han registrado 2 grados en Sevilla y temperaturas inferiores a cero al pie de Sierra Morena), con heladas nocturnas y de madrugada, viento gélido que incrementaba la sensación de frío y ausencia de lluvias que despejaran la atmósfera: las condiciones climáticas en que podía esperarse un aumento del binomio catarros/gripe y empeoramiento de los enfermos crónicos.

En esa situación climatológica, recordada cada día por los meteorólogos desde el 22 de diciembre, el Servicio Andaluz de Salud deberían haber reaccionado de inmediato con un refuerzo del personal de las Urgencias en los grandes hospitales de Sevilla y del resto de Andalucía, pero no hizo nada, y no precisamente porque no necesitara de plan especial alguno debido a la ausencia de recortes en las plantillas.

Susana Díaz dice el 15 de enero que la Junta ha tardado sólo cuatro días en reaccionar al colapso de las Urgencias con la contratación de 300 profesionales para todos los hospitales de la comunidad, con lo cual situaba el origen del problema en el 11 de enero, cuando el desbordamiento se produjo mucho antes, con lo cual ni siquiera se ha producido una reacción relativamente rápida.

Con el año nuevo
El problema estalla en el hospital Virgen Macarena el viernes 2 de enero y se propaga como reguero de pólvora encendida al resto de centros sanitarios de Sevilla. El lunes 4 de enero, el diario ABC publicaba una crónica acompañada de fotos ilustrativas en la que, entre otras cosas, se decía lo siguiente: “Quienes tuvieron que acudir el viernes a Urgencias del hospital Virgen Macarena difícilmente olvidarán la experiencia. Hasta tres horas de espera para ser atendidos por un médico y más de ocho en una camilla para ser ingresado tuvieron que esperar algunos enfermos ante la saturación del servicio”.

El SAS, según el mismo medio, reconoció que aquel viernes fue un día de mucha afluencia (sólo en el turno de tarde fueron atendidas 138 personas) “debido a que las bajas temperaturas de estos días provocan más demanda de asistencia sanitaria y a que era el día posterior a un festivo”. Así pues, el propio Servicio Andaluz de Salud ya establecía una relación causa-efecto entre el frío y el desbordamiento de las Urgencias, pero ese frío no había llegado en la víspera, sino diez días antes.

El Sindicato de Enfermería, Satse, añadió otro factor al frío, no corregido pese al empeoramiento climático: el descenso generalizado de las contrataciones para cubrir las contrataciones por descanso del personal en periodo navideño, al 50% en el caso de los enfermeros, así como de los servicios disponibles. Así, en el ala D de la planta 5a, en vez de habilitar 14 camas para Urgencias se prepararon sólo 10, y en Navidad, fin de año y víspera de Reyes se abrieron sólo siete puntos de Urgencias pese al cierre de los centros de salud. El Satse, ante el colapso de las Urgencias el 2 de enero, ya anunció una denuncia ante el Defensor del Pueblo y la Inspección de Trabajo.

A peor
La situación no hizo más que empeorar día tras día, hasta el punto de que el martes 13 de enero los medios de comunicación publicaban amplias informaciones y fotos del colapso general de las Urgencias en el Macarena y Virgen del Rocío durante el fin de semana previo, con esperas de entre 15 y 30 horas, que obligaron a desviar enfermos al hospital de San Lázaro.

El problema no era exclusivo de Sevilla, sino de toda Andalucía, hasta el punto de que el Defensor del Pueblo Andaluz acabó abriendo dos quejas de oficio por la muerte de dos pacientes en las Urgencias del hospital de Jerez y del Juan Ramón Jiménez (Huelva), aunque algunos medios hablaron de un tercero en el Macarena de Sevilla.

Y frente a esta realidad tercermundista, con reflejo general en los medios de comunicación, la consejera de Salud, María José Sánchez Rubio, no tuvo mejor ocurrencia que convocar ese mismo día una rueda de prensa no para dar explicaciones sobre el colapso, sino para ‘vender’ la medicina de escaparate con que la Junta se adorna para aparecer a la vanguardia: contar la estadística de los trasplantes en 2014 y anunciar nuevos proyectos liderados o que va a liderar el Virgen del Rocío como hospital de referencia regional, ya sea contra la leucemia o alguna enfermedad rara.

Pleno del Parlamento
El 23 de enero de 2014, Susana Díaz reconoció en el Parlamento andaluz como problema los colapsos en las Urgencias de los hospitales, derivados, según dijo, de las listas de espera en la atención primaria por los recortes en los salarios y horarios del personal. “Mi Gobierno no está ciego ante esa realidad”, afirmó asumiendo la preocupación de los profesionales y usuarios por la situación. “Soy plenamente consciente -añadió- de que los sacrificios exigidos han afectado tanto a su esfuerzo profesional, que ha aumentado notablemente, como a sus bolsillos”.

Anunció entonces que se reforzarían los dispositivos de apoyo “contratando los profesionales de refuerzo necesarios” para evitar las colas en las Urgencias de los hospitales. Fuentes de la Junta filtraron que la presidenta había visitado de incógnito varios hospitales en la Navidad de 2013 para conocer por sí misma su situación, algo a lo que hizo referencia en una entrevista concedida en abril de 2014, cuando le preguntaron por su aterrizaje en la Presidencia y respondió: “(...) cuando se tiene un millón de parados, cuando la gente te para por la calle y te dicen que con una pensión están manteniendo a hijos y a nietos.... o te cuentan lo que ocurre en las Urgencias y tú acudes y lo ves...”.

Estas declaraciones demuestran que Susana Díaz era consciente del problema de las Urgencias desde hace más de un año y, sin embargo, se han vuelto a colapsar en este mes de enero pese a aquellas promesas de refuerzo de la plantilla, acometidas sólo ‘a posteriori’, luego no cabe hablar de reacción para tapar parches, sino de imprevisión por no haberlos evitado.

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