Casi medio centenar de trabajadores han estado desarrollando a lo largo de los tres últimos años una labor callada, silenciosa, que poco ha salido en los medios de comunicación. Sin alardes pretenciosos, se ha ido configurando una red de programas que han hecho posible atender a una población desfavorecida, con problemas muy localizados, y en los que la atención preferente se ha situado en los núcleos de unas 500 familias, principalmente las mujeres, y en unos 200 menores.
De hecho, uno de los ejes centrales de las actuaciones se articula en torno a la Asociación Aliento, que lleva trabajando con menores y familias del Vacie desde 1995. Renovando periódicamente los convenios, con la última aportación municipal al Proyecto de Centro de Atención a la Infancia y a la Familias (CAIF) de 45.000 euros (un 10% más que el año anterior), se pretende cubrir las necesidades básicas de los menores de hasta tres años y fomentar la adquisición de hábitos y habilidades sociales de los niños, facilitando además el acceso al mundo laboral y formativo de sus madres. Nutrición, higiene y salud son la base de la tención a los menores, abriéndoles camino para su correcta escolarización, mientras a las madres se les ofrecen los recursos formativos y prelaborales que existen en la comunidad.
45 menores en el CAIF
El proyecto atiende directamente a 45 menores, de entre 0 meses y 3 años, en su mayoría de etnia gitana y nacionalidad española y portuguesa, e indirectamente a sus familias, y se desarrolla en uno de los modulares que el Ayuntamiento ha cedido a la entidad, atendido por cinco técnicos, además de contar con cuatro o cinco voluntarios que diariamente acuden al centro y otros voluntarios procedentes de acuerdos con la Universidad de Sevilla, la UNED y el CIEE.
Aunque el CAIF es una de las bases de la atención, el Ayuntamiento también posee un presupuesto de 142.400 euros para los servicios de atención inmediata complementaria a la intervención social, que busca reforzar esa atención en la vida diaria, garantizando la inclusión social de los menores, la normalización familiar y el éxito de su adaptación a una vivienda y hábitat normalizados.
En esas actuaciones paralelas, por ejemplo, se enmarca el convenio firmado con la Hermandad de los Gitanos para el acompañamiento a menores adolescentes del asentamiento chabolista del Vacie en su transición y continuidad a la Educación Secundaria Obligatoria (ESO), con el objetivo de prevenir el absentismo y el fracaso escolar, un proyecto en el que dos técnicos aportados por la Hermandad facilitan su asistencia regular a clase y su escolarización efectiva durante la adolescencia.
También se ha consolidado la Escuela de Verano para los niños, similar a la de otros distritos, y de hecho este año dos de los tres grupos compartirán el programa con el resto de niños de la ciudad.
La atención que se realiza en el Vacie es integral, implica a muchas áreas municipales (social, educativa, laboral y sanitaria) y casi medio centenar de trabajadores y van desde lo estrictamente público (actuaciones específicas de Lipasam, del Zoosanitario, de Emasesa o de Parques y Jardines) hasta los servicios específicos, como la Unidad de Día con 20 plazas y una inversión de 120.000 euros para ofrecer una atención integral a menores en situación de riesgo.
También es básica la labor continua en los realojos, que ha ido asumiendo el Ayuntamiento en detrimento de la Junta de Andalucía, con itinerarios personalizados de intervención social por parte de los técnicos para permitir y asegurar su inserción social efectiva.
Las mujeres, la clave
Pero si en algo es destacable la labor que se desarrolla en el Vacie es la destinada a la población gitana, especialmente hacia las mujeres, a las que se pretende visibilizar dentro de su mundo y porque son el motor del cambio y la transformación del asentamiento. Ellas son las que más participan en todas las herramientas que la intervención social pone a su disposición para llegar alcanzar una inclusión social real, y además aceptan mejor trabajar las relaciones convivenciales entre los distintos grupos familiares, mejorándolas.
A ellas y a todas las mujeres se dirige la Escuela de Madres; el programa de alfabetización y formación a través de la cocina (por el estómago se educa también); el taller de costura industrial (esencial para potenciar sus habilidades sociolaborales); el Roma Gachi (el reciclaje de ropa y marroquinería como fuente de empleo); y el Fashion Art, una exposición en la que el arte se hizo traje de flamenca y en la que despuntaron los modelos de María Luisa, Alicia, Sara, María Delfina, Carmen Montero, Amelia, Sonia, Paula, Carmen Rivas, Coral y Pilar. Además, a través de la Asociación Ceres se forma en artesanía mediante el proyecto Arte-Vacie o se les forma laboralmente en la elaboración de bisutería y tocados.