Los Republicanos, nuevo nombre del gran partido de la derecha francesa, abrió hoy un congreso que su presidente, Nicolas Sarkozy, quiere que sirva para la refundación de la Unión por un Movimiento Popular (UMP) y para unir todos sus componentes para preparar la batalla por el Elíseo en 2017.
Alrededor de 20.000 afiliados debían acudir a la Ciudad de las Ciencias y la Industria, en el noreste de París, donde se celebra este congreso voluntariamente austero, con un presupuesto de 550.000 euros, casi diez veces menos que el de 2004.
Durante más de seis horas está prevista una larga retahíla de más de 60 discursos, esencialmente de dirigentes de la formación pero también de personalidades extranjeras -la canciller alemana, Angela Merkel, ha enviado un mensaje que se emitirá por vídeo-, que concluirán después de las 15.00 hora local (13.00 GMT) con la intervención más larga, de 45 minutos, la de Sarkozy.
Antes de que el patrón de Los Republicanos fije las ambiciones, deben hablar los que aparecen como sus principales competidores para la candidatura del partido para las presidenciales francesas de 2017, que se disputará en unas primarias el año próximo.
Allí está el que fue primer ministro durante el mandato de Sarkozy como jefe del Estado (2007-2012), François Fillon, el ex ministro Bruno Le Maire y, sobre todo, otro antiguo primer ministro, el alcalde de Burdeos, Alain Juppé.
En una entrevista publicada hoy por "Le Figaro", Juppé no quiso entrar a la cuestión de si este congreso ha sido preparado por el entorno de Sarkozy para consagrarlo como el candidato natural para el Elíseo, y señaló que para él el objetivo de esta jornada es lograr "un acto de unión y de unidad".
A su parecer, no hay que quemar etapas porque después del congreso vendrá la campaña para los comicios regionales en diciembre, "que serán un momento de movilización" y "sólo luego vendrá el tiempo de las primarias, para las que soy candidato, y luego las presidenciales".
Juppé reivindica algunas diferencias con Sarkozy, por ejemplo sobre la aplicación menos severa de prohibiciones de signos religiosos en la universidad, o sobre el hecho de que no suprimiría el matrimonio homosexual adoptado durante la presidencia del socialista François Hollande.
Sarkozy llegó a la Ciudad de las Ciencias y la Industria poco después de las 11.00 locales (9.00 GMT) rodeado de una nube de periodistas y coreado por sus simpatizantes.
Antes de que empezara el congreso, el presidente podía saborear una victoria previa, ya que los afiliados apoyaron de forma mucho más mayoritaria de lo que se esperaba (83,3 %) en la votación que se llevó a cabo entre el jueves y el viernes su iniciativa para el cambio de nombre a Los Republicanos.
También dieron su visto bueno (por un 96,3 %) a los nuevos estatutos y (por un 94,8 %) a los nombres que pasarán a integrar el nuevo buró político.
El único punto negro es que en esa votación sólo participaron el 45,7 % de los adherentes que se habían inscrito.