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Jerez

Leonardo Hernández y Rui Fernandes abren la puerta grande en Jerez

La corrida de rejones, que dejó muy buenas sensaciones, arrancó con media hora de retraso a causa de las lluvias

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  • Puerta grande -

Levantó el telón de la feria taurina con media hora de retraso. Tiempo que tardaron los empleados de la plaza para levantar las lonas que se habían colocado horas antes en previsión de las lluvias, que afortunadamente cesaron dos horas antes del espectáculo. El ruedo estaba en perfectas condiciones. Con casi lleno en la plaza, el público acogió con alegría el inicio de espectáculos del sexteto de rejoneadores y su habitual carrusel encendieron la mecha.
Las dos primeras orejas de la tarde las cortó Rui Fernandes. El portugués enganchó a la grupa en la colocación de rejones de castigos. Sobrio en banderillas con un caballo portugués que tenía transmisión. Colocó al izquierdo, aunque falló en un par de quiebros. Se lució con las cortas y su faena fue a más ante un bravo toro de Bohórquez de 500 toneladas. Mató de certero rejón sin puntilla. Al toro se le aplaudió en el arrastre.
El madrileño Sergio Galán tuvo un toro de distinta condición, que fue nulo y parado en banderillas. Sergio lo puso todo desde que recibió a porta gayola al animal, clavando rejones de castigo. Espectacular el balanceo previo a la banderilla, poniendo a dos manos y adornándose ante un toro que no se movía. Dos pinchazos y un rejón y aplausos.
Tras el numerito de las mulillas resuelto por una carretilla frente al cachondeo en los tendidos, saltó el tercero de la tarde, ante el que Leonardo Hernández logró un éxito de clamor. Era un toro de anchas sienes, muy orientado, pero que se entregó en el único rejón de castigo. Desde ahí formó el alboroto el rejoneador pacense galopando con Despacio que le ayudó en el tercio de banderillas arriesgando en la colocación. Las elevadas y girando a sí mismo calentó al público, donde se le entregó al colocar banderillas de las cortas y al violín. Fue una actuación plena de emoción, arriesgando la barriga de sus caballos y perfecto embroques. Mató de certero rejón sin puntilla y el público reclamó el rabo, que le fue concedido. También se le aplaudió al toro.
Manuel Manzanares colocó rejón con un caballo de la cuadra de Hermoso de Mendoza, parándolo con recortes muy ajustados. En banderillas sacó un tordo lusitano, Príncipe, que le dio opción a llevar un rejoneo que brilló a buen nivel, con piruetas, cuajando quiebros y estando muy centrado. Sacó también a Secreto para las cortas y matar, haciéndolo de pinchazo y rejón. Pie a tierra descabelló al segundo intento. Recibió aplausos.
De nuevo, el númerito de las mulillas, que han sido lamentable protagonistas, sustituidas por carretilla mecánica entre jolgorios y pitos.
Al quinto lo recibió a porta gayola Andrés Romero con el marsellés a modo de muleta. Fue un toro distraído de salida, pero su labor en conjunto ha sido valiente y espectacular, recordando a su maestro Diego Ventura. Soberbio en banderillas y en los remates con los pares. Dio una vuelta al ruedo que pudo haber sido una oreja si la carretilla no hubiese aparecido de nuevo en el ruedo.
En sexto lugar, la francesa Lea Vicens demostró que es una mujer ambiciosa, con un tremenda afición y muy preparada. Perfecta en los embroques, transmitiendo mucho a los tendidos con un toreo de verdad. Lástima que el toro se descordó en banderillas, se vino abajo pero tuvo el suficiente talento y oficio para levantarlo y sacarle todo lo que pudo, lo que le permitió cortarle una merecida oreja en la catedral del rejoneo. Ha sido una tarde de buenas sensaciones.  

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