“Sin el sol no habría vida. Evita cánceres como el de colon y mama, sintetizamos endorfinas, la vitamina D, pero hay que cuidar los hábitos y hacer un buen uso”. Con esta frase el director de la Unidad de Dermatología del Hospital Regional de Málaga, Leandro Martínez, define la importancia de la prevención para la detección precoz del cáncer de piel, especialmente en esta época del año de gran protagonismo para las playas.
Las cifras no invitan a bajar la guardia. Esta Unidad de Dermatología ha diagnosticado en un año (entre mayo de 2015 y el mismo mes en 2016) cien nuevos casos de melanoma, considerado el más agresivo por su poder de metástasis. En los últimos diez años, la incidencia de este tipo de cáncer de piel ha crecido un 40 por ciento, pasando de 60 diagnósticos en 2006 a 83 en 2010 y a un centenar en el último año en el Regional.
“El pronóstico va a variar mucho si se detecta en estados iniciales o no, porque en el caso del melanoma varía apenas haya crecido unos milímetros. En la epidermis, hasta que no sobrepasa la barrera de la membrana basal lo consideramos melanoma ‘in situ’, con un porcentaje de curación del 99 por ciento en estos casos”, explica Martínez.
Pero existen otros tipos de cánceres de piel, razona el médico, que obligan también a estar muy alerta. Entre éstos se encuentra el carcinoma basocelular, calificado por el facultativo como una “verdadera epidemia”. Tanto es así, argumenta Martínez, que la Academia Americana de Dermatología estima que en pocas décadas a partir de los 65 años, el 50 por ciento de la población puede desarrollar un carcinoma basocelular.
De este tipo de tumor en el último año han sido diagnosticados más de 1.500 casos y sus principales signos de alarma son pequeñas heridas que “no acaban de cicatrizar”.
Entre el melanoma y el basocelular, cuenta el facultativo, existe un cáncer cutáneo muy “desconocido”, el espinocelular, con una “capacidad grande de dar metástasis”. Unos 250 casos han sido detectados en un año y su prevalencia es “intermedia”.
Por ello, el especialista pone el acento en la erradicación de los comportamientos nocivos, como la exposición solar desmesurada, especialmente durante la infancia y la adolescencia, y poner en marcha una “cultura de fotoprotección”. “No es sólo ponerse crema, sino evitar las horas de máxima radiación ultravioleta (entre las 12.00 y las 16.00-17.00 horas dependiendo el periodo del año), usar ropa adecuada, gafas, gorras o sombreros”.
La aplicación de los bronceadores hay que repetirlos de forma constante, cada dos horas, aunque sean resistentes al agua. El factor de protección de referencia es +50, aunque dependerá de los tipos de piel.
Entre las causas de aparición de los cánceres de piel, Martínez observa que el melanoma está más relacionado con las quemaduras en la infancia y que se van acumulando en la edad adulta. Por su parte, el basocelular y el espinocelular está más vinculado a las exposiciones prolongadas, especialmente en personas expuestas diariamente al sol por motivos laborales.
En la primera quincena de julio, voluntarios de asociaciones de oncología informan a los bañistas a pie de playa de los riesgos de la exposición solar y repartirán muestras de bronceador.