“Me entró fuego por el cuerpo y me levanté como un resorte. Estoy totalmente arrepentido; he matado a la persona que más quería; le he quitado la vida a la madre de mi hijo”. Esta es solo una parte de la narración de los hechos que ayer detalló de forma casi minuciosa Jose Antonio C.A, acusado del último caso mortal de violencia machista en Jerez por el crimen de Raquel Barrera, su esposa de 42 años, y a la que presuntamente acuchilló en su cocina.
Tal fue el nivel de precisión y de frialdad con el que describió todo, que la fiscal le llegó a preguntar ante el tribunal y el jurado popular por qué ayer contaba “con todo tipo de detalles” lo ocurrido. “¿Es que se ha acordado después?”, llegó a decirle la representante del Ministerio Fiscal, que pide 18 años de prisión por un delito de asesinato- puesto que a lo largo de estos dos años, salvando su llamada de teléfono al 092 avisándoles de que creía que había matado a su mujer, y un comentario a un agente al que dijo que “la maté por amor”, para “resumir”, (matizó ayer), el acusado no quiso declarar ni en Comisaría ni en los juzgados. “Me encontraba muy mal y no tenía capacidad para nada”, contestó al respecto. Sea como fuere, su testimonio se esperaba con mucho interés por todas las partes en el primer día del juicio que celebra la Sección Octava de la Audiencia Provincial de Cádiz. Una vez que se constituyó el jurado popular, y las cuatro acusaciones y la defensa daban una serie de explicaciones a sus miembros, llegaba el turno de José Antonio, que estuvo declarando casi hora y media.
“Obsesionada” con el móvil
Así, ante el tribunal explicó que tras 23 años casados discutían “lo normal”, “como cualquier matrimonio”. No obstante, a las preguntas de la fiscal sí reconoció que en los “últimos meses” antes de los hechos habían tenido discusiones “delante de amigos” y que ella, en una de esas peleas le había llegado a decir que “no estaba segura de seguir con la relación”. No le prestó demasiada atención porque “no estaba en sus cinco sentidos”, dijo, asegurando que estas palabras se las dijo su esposa en un contexto de fiesta, al haber salido el fin de semana, “como hacíamos habitualmente” y “habíamos bebido”. Por ello, como dijo, entendió “que no era su forma de pensar”.
También admitió el marido de la víctima que en esta última etapa de convivencia con Raquel las redes sociales “eran parte del problema”, toda vez que su mujer le contó que había conocido a alguien a través de un sistema de mensajería instantánea de otra nacionalidad -argentina- con el que mantenía “una relación más especial”. “Estaba obsesionada con el móvil; se lo llevaba para tender, para meter la ropa en la lavadora; lo utilizaba todo el tiempo. Era algo fuera de lo normal”, apuntó, marcando un punto de inflexión el 18 de febrero de 2014. ¿Por qué esa fecha?Le inquirió la fiscal; se trataba simplemente del día en el que su mujer se descargó una aplicación de mensajería instantánea alternativa al WhatsApp que era gratuita de la que le habían hablado . “A partir de ahí decía que le había salido un admirador y que le aparecían muchos contactos nuevos”, dijo, reconociendo que “no le di importancia.
El día de los hechos, “no habíamos discutido”, aseguró, aunque habían estado “bebiendo sin parar 12 horas”, al pasarse el sábado en el centro alternando con los padres de ella y otros familiares y amigos hasta que sobre las 02.00 horas se marcharon a casa porque su mujer estaba “cansada”.
Una vez en su casa, él se acostó en la habitación del matrimonio, en la segunda planta, y su esposa “se quedó en la cocina fumándose un cigarro” y allí puso el móvil a cargar “porque tenía poca batería”. Poco después se despertó porque la perra que tenían en casa, de más de 50 kilos, “se subió en la cama”. Al ver que “era tarde”, bajó y vio que su mujer “no estaba en el sofá”, sino “sentada en un taburete en la cocina”. “Era nuestro lugar preferido”, añadió. A continuación, como dijo, se sentó “en frente de ella” y vio que “estaba chateando en las redes sociales”.
“Estaba bañada en sangre”
En ese momento, según su declaración de ayer, le preguntó que “con quién hablaba” y ella le contestó que “estaba con sus cosas” y “si quería ver lo que había en el móvil”, alargando el brazo para “ofrecerme el móvil dos segundos y retirarlo”y dejarlo en la encimera. “Hubo un minuto de silencio” y él le dijo que “ya habían hablado de tema móvil” la semana anterior y de la “mala costumbre de no separarse” del aparato, a lo que ella le respondió que “no podía dejarlo”.
A partir de ese instante, “me entró fuego por el cuerpo” y “me levanté como un resorte”, “agarré el primer cuchillo que vi y salí de la cocina” para tirarse y “arrodillarme en el suelo” y ponerse el cuchillo “como los harakiris”.Fue entonces cuando, según su versión, su mujer “se levantó”, se dirigió a él y le dijo que “qué hacía, estúpido” y que “dejara eso”. “Me fui rápidamente hacia ella, le agarré por el cuello y le puse el cuchillo en el pecho y lo presioné”.
A continuación, aunque ella “intentó poner la mano delante”, se lo “volvió a clavar” y ella “retrocedió para atrás hasta que llegó a la cocina” y se apoyó sobre la puerta, hasta que “fue a caerse”. “Estaba muy blanca, y le faltaba la respiración”, dijo. Tras lo cual, “la agarré” y “la dejé en el suelo”, decidiendo “ponerla boca arriba porque en su espalda había un grifo de sangre”. Acto seguido, llamó por teléfono al 092, la emisión de la grabación ayer enmudeció a la sala. Llamaba la atención la aparente tranquilidad con la que se dirigió al agente. “Creo que acabo de matar a mi mujer”, le dijo ante la estupefacción de este último. ”¿Cómo?”. “Creo que está muerta porque está bañada en sangre. No es una broma ni una historia”, agregó tras dar su dirección. Lo siguiente que hizo fue ir a su baño y “cortarse en los brazos”. No tenía antecedentes psiquiátricos.
La vista se reanudará hoy con la declaración de los testigos, entre los que se encuentran amigos y familiares de la víctima que estuvieron horas antes del suceso con el matrimonio, mientras que para el miércoles está citado el padre de la fallecida, quien ayudaba “económicamente” a la pareja y a su hijo -según dijo ayer el marido ninguno de los dos trabajaba- y con quien tenía una relación “fantástica” pues lo consideraba “como un padre”. También comparecerá ese día el único hijo de Raquel y José Antonio, después de que ayer su abogado, Manuel Hortas, solicitara su testimonio como prueba testifical. “Necesitaba una explicación por parte de su padre. El propio acusado ha preferido mantenerlo en la oscuridad”. Queda juicio y muchas interrogantes. ¿Si la apuñaló de frente porqué sangraba abundantemente por la espalda?¿Por qué no había restos de sangre en la puerta en la que se apoyó Raquel antes de caer?¿Por qué su perra, que se puso junto a ella ya malherida, según el acusado, tampoco tenía sangre alguna ni reaccionó a la agresión pese a que cuando llegó la Policía Local él la tuvo que "sujetar como podía"? Estas fueron algunas de las cuestiones que dejaron en el aire las acusaciones durante el testimonio del autor confeso de la muerte de Raquel, cuestionando la versión de su marido.