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Una comisión independiente investigará la participación británica en la guerra de Irak

Una comisión independiente investigará a puerta cerrada los motivos que llevaron al Reino Unido a invadir Irak, así como el desarrollo de la operación militar y la reconstrucción del país árabe, anunció ayer el primer ministro, Gordon Brown.

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Una comisión independiente investigará a puerta cerrada los motivos que llevaron al Reino Unido a invadir Irak, así como el desarrollo de la operación militar y la reconstrucción del país árabe, anunció ayer el primer ministro, Gordon Brown.

La comisión empezará sus trabajos a finales del mes de julio, cuando se complete la retirada de las tropas británicas desplegadas en Irak, y tendrá el plazo de un año para “identificar las lecciones aprendidas” entre los meses de julio de 2001 y de 2009.

Brown manifestó ante la Cámara de los Comunes que la comisión no tendrá como objetivo “repartir culpas” y que de sus investigaciones no se desprenderán responsabilidades civiles o penales.

El primer ministro dijo que la investigación no será pública para preservar la seguridad nacional y para que los testigos sean “lo más francos posible” en sus declaraciones, y aseguró que las conclusiones del informe serán debatidas en el Parlamento.

La comisión podrá solicitar cualquier tipo de información que considere necesaria, incluso la clasificada, así como llamar a declarar a cualquier ciudadano británico que considere relevante.

Brown dijo que el modelo es la Comisión Franks, que evaluó a puerta cerrada la guerra de las Malvinas de 1982, pero dijo que esta investigación será más amplia, porque abordará “el proceso que llevó al conflicto, el conflicto en sí mismo y la reconstrucción”.

La comisión estará presidida por John Chilcot, que fue subsecretario de Estado permanente para la Oficina de Irlanda del Norte y que participó en la Comisión Butler, que indagó sobre los datos que manejaron los servicios británicos de espionaje acerca del supuesto arsenal de armas de destrucción masiva en Irak.

El Gobierno laborista de Tony Blair fue el principal aliado del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, para invadir Irak, argumentando que Sadam Husein tenía vínculos con Al Qaeda y estaba en posesión de armas de destrucción masiva, un arsenal que nunca apareció.

La Comisión Butler concluyó, entre otras muchas cosas, que se utilizó mal la información facilitada por las agencias de contraespionaje y espionaje británicas (el MI5 y el MI6) y que sirvió al Gobierno de Tony Blair para justificar la invasión afirmando que el régimen de Sadam Husein podía desencadenar un ataque químico en 45 minutos.

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