La exposición "Velázquez. Murillo. Sevilla", que podrá verse en Sevilla hasta el 28 de febrero, reúne 10 obras de Murillo y 9 de Velázquez seleccionadas para poner de relieve la relación "ideal más que directa" entre los dos genios sevillanos, según Gabriele Finaldi, comisario de la muestra.
Se trata de la primera gran exposición conmemorativa del cuarto centenario del nacimiento de Murillo, que en algo más de dos años celebrará esta efeméride en la ciudad del artista, cuyo valor artístico no ha dejado de ser vindicado en los últimos decenios.
La muestra, en el antiguo Hospital de los Venerables, sede de la Fundación Focus, que celebra su veinticinco aniversario, ha supuesto préstamos por parte de once museos e instituciones, principalmente el Prado, pero también el Louvre, la Wellington Collection o la National Gallery, que dirige Finaldi.
Finaldi ha mostrado su convencimiento de que ambos artistas se conocieron aunque no esté probado documentalmente, no sólo por el viaje de Murillo a Madrid sino por lo que este artista "pudo ver" en determinados cuadros de Velázquez y plasmar luego en obras suyas.
Las nueve obras de Velázquez están fechadas entre 1617 y 1656 y las diez de Murillo entre 1645 y 1680, y han sido agrupadas por parejas o tríos -todas consideradas obras maestras- según sean iconografías de devoción o revelen la innovadora mirada de ambos maestros a la hora de plasmar la vida cotidiana o la intimidad familiar.
Por primera vez pueden admirarse juntas las dos Inmaculadas de Velázquez, la de la National Gallery, y la de la Fundación Focus.
Ambos óleos fueron pintados por Velázquez con menos de veinte años y junto a ellos se ha situado de Murillo, considerado el intérprete por excelencia de la Inmaculada, la "Inmaculada Concepción" perteneciente al Nelson Atkins Museum de Kansas City, que nunca antes ha formado parte de un a exposición en España.
Las tres Inmaculadas tienen similar tamaño y comparte una misma actitud recogida, si bien el tono de Murillo es mucho más luminoso que las sombrías escenas velazqueñas.
Las representaciones de las Santas Patronas de Sevilla también se muestran juntas, la "Santa Rufina" de Velázquez perteneciente a la Fundación Focus a los dos óleos de Murillo, "Santa Justa" y "Santa Rufina", del Museo Meadows de Dallas (EEUU), que es la primera vez que se muestran en Sevilla en época moderna, una pareja de cuadros de la que Finaldi ha destacado las dotes compositivas de su autor, así como su variedad cromática.
La intensidad emocional de "Las lágrimas de San Pedro", de Velázquez, se ha confrontado con "San Pedro Penitente de los Venerables", de Murillo, obra que tras su compra a un coleccionista británico y su restauración en el Prado ha vuelto a ocupar su lugar originario en la sede de la Fundación Focus.
De igual modo se ha procedido con el "Santo Tomás" de Velázquez, de marcado tono naturalista y el "Santiago Apostol" de Murillo que se dejó influir por aquél.
Más sutil quiere ser la comparación entre "La Adoración de los Magos", de Velázquez, y la "Sagrada Familia del Pajarito", de Murillo, ambos del Prado y restaurados para esta exposición, que demuestran cómo los dos maestros "empleaban un lenguaje naturalista similar y una paleta comparable" además de explorar la psicología de la relación familiar, de manera más contenida en Velázquez y más emotiva en Murillo.
Los otros grupos confrontados son "la Infanta Margarita de Blanco", de Velázquez y "Santa Ana enseñando a leer a la Virgen", de Murillo, y las obras de género que representan a gente humilde en entornos modestos y cotidianos, alguna de las cuales contiene bodegones sobresalientes.
"Dos mozos comiendo", cuadro en el que Velázquez despliega sus recursos en "la imitación de la realidad" y las obras de Murillo "Niño espulgándose", que parece continuar la tradición temática establecida por Velázquez, y "Tres muchachos", escena reveladora de las relaciones sociales y raciales de la Sevilla posterior a la peste de 1649.
La muestra confronta igualmente el "Autorretrato" juvenil de Velázquez y el de Murillo de la neoyorquina Frick Collection, plasmado sobre -también pintada- una losa de piedra, en alusión a la trascendencia de su obra.