La reunión, que en un principio planteaba como tema principal la estabilización de Afganistán y Paquistán, terminó convirtiéndose, hasta el momento, en un debate sobre la crisis de Irán, donde las protestas por los resultados de los comicios dejan un balance de, al menos, una veintena de muertos.
Ya de la primera sesión de trabajo del encuentro, la que congregó a los países del llamado Grupo de los Ocho (G8) con representantes de la Unión Europea (UE), salió la primera condena firme a la violencia que se está produciendo contra los manifestantes pacíficos en Irán, así como una advertencia a las autoridades iraníes: la partida de las elecciones aún no está “cerrada”.
“Nuestro llamamiento sigue igual, a no dar por cerrada la partida” de las elecciones, afirmó el presidente de turno del G-8, el ministro italiano de Exteriores, Franco Frattini, durante la rueda de prensa posterior a la primera sesión de trabajo.
Y todo horas después de conocerse que un portavoz del Consejo de Guardianes iraní asegurara que no hubo fraude ni irregularidades en las elecciones presidenciales, cuyos datos oficiales dan como ganador a Mahmud Ahmadineyad.
Tanto los países del G-8 como la UE explican que no disponen de instrumentos para poder verificar los resultados, pero se muestran “preocupados” por el hecho de que existan “elementos de facto” que hablen de circunscripciones en las que el número de sufragios emitidos sea superior al de votantes inscritos.