“No soy culpable de ninguno de estos cargos”, proclamó Taylor desde la mesa de los testigos, vestido con un traje oscuro y usando unas gafas de sol durante gran parte del interrogatorio.
El ex mandatario liberiano se enfrenta a once cargos de crímenes de guerra y lesa humanidad por fomentar el enfrentamiento civil que sufrió Sierra Leona entre 1991 y 2002 y que causó cerca de 50.000 muertos.
Entre otros, se le imputan los crímenes de asesinato y mutilación de civiles, uso de mujeres y niñas como esclavas sexuales y reclutamiento forzoso de niños y adultos en la guerra en Sierra Leona.
Sobre esos cargos, subrayó ayer que están fundamentados sobre “malas informaciones, mentiras y rumores”.
Es la primera vez que un ex presidente declara bajo juramento en calidad de testigo y en su propia defensa ante un tribunal internacional. Hablando en todo momento con gran seguridad, el acusado declaró estar “todavía perplejo de estar aquí sentado”.
Taylor, presidente liberiano entre 1997 y 2003, mantuvo que siempre ha trabajado por la “justicia y el juego limpio” y se declaró un “demócrata”.